El arte de hablar en público, presentar sus proyectos, vender sus ideas, comunicar sus campañas, logros y avances; negociar contratos y cualquier oportunidad de exposición pública ante pequeños o grandes auditorios, resulta a veces un desafío para los oradores inexpertos. Hay mucha literatura que se enfoca en enseñar cómo hacerlo –de hecho, ese también es mi caso como entrenador de voceros profesionales-. Hoy les revelaré un secreto: he sintetizado los 13 errores más frecuentes de la oratoria. Superados estos trece escollos, algunos con mayor dificultad que otros, podrá notar que ha mejorado sensiblemente en sus habilidades en prácticamente todo tipo de situaciones. Aquí vamos: 1. Hablar demasiado rápido o demasiado lento: frecuentemente los oradores inexpertos no tienen demasiada noción del impacto del ritmo y las cadencias al hablar. Recuerde que en situaciones de estrés o nervios solemos hablar demasiado rápido. Y, por el contrario, si no sabemos cómo controlar los nervios, muchas personas hacen más lento su hablar. Por lo tanto, es ideal concentrarse en pocas ideas con mucho desarrollo, que en lo contrario: muchas ideas, y poco tiempo para desarrollarlas. Una clave para resolver este tema es practicar el discurso, grabarlo en video y visualizarlo con otras personas, que puedan darle un feedback acerca de la forma y del ritmo de su alocución. 2. Hablar gritando o en voz demasiado baja: la correcta proyección de la voz, con la respiración adecuada donde se utiliza casi la totalidad de la capacidad pulmonar y el diafragma ayudarán a mantener sanas sus cuerdas vocales, y a no quedarse sin aire durante la presentación. Si la tensión se apodera de usted, y hace que hable a los gritos, o casi como un susurro, tenga la precaución de serenarse y corregirlo de inmediato. Tal vez su intención no sea transmitir un tono imperativo y duro, aunque si emite en un volumen, tono y cadencia excesivos, el público así lo percibirá. ¡Tranquilo! Los micrófonos están diseñados para amplificar su voz, por lo tanto no debe preocuparse. En cambio, si no utiliza micrófono, necesita asegurarse de mantener una proyección de voz uniforme que sea audible sin interferencias en todos los rincones del salón. Esto se logra con una correcta modulación y proyectando su voz con el aire suficiente a través de su aparato fonador. 3. Hablar sin conocer el tema a fondo, o en su defecto sin haberse preparado como se debe: inmediatamente el público se da cuenta y perderá la confianza en su presentación, si percibe que no es un conocedor del tema o no lo ha preparado. Pequeños indicios, como buscar papeles perdidos, intentar recordar un dato y leer continuamente de la pantalla del proyector, son algunos síntomas de este error frecuente. Para no cometerlo, prepárese con suficiente tiempo; busque información de contexto; sintetice los puntos principales en una breve guía que podrá tener a mano, y enfóquese en dos o tres puntos principales. Este aspecto lo abordaremos en el capítulo siguiente. 4. Descuidar su imagen personal o vestir accesorios que distraigan al público: dicen que no hay segundas oportunidades para causar una primera buena impresión. Sin embargo, muchos oradores llegan corriendo a dar sus discursos; no cuidan su aseo y su presentación; utilizan un vestuario poco adecuado para el momento en que están disertando, y suelen utilizar distintivos, alhajas, corbatas muy llamativas y otros accesorios altamente distractivos. Lo adecuado es una vestimenta neutra, con algún toque distintivo. En oratoria y frente al público, menos es más. 5. Hacer movimientos rítmicos, o gestos mecánicos, todo el tiempo: bajo la falsa creencia de estar imponiendo ritmo a su presentación, el orador inexperto suele mostrar una catarata de tics y modismos nerviosos, ¡incluso muchos que ni sabía que tenía! Una forma de controlarlos es, una vez más, prepararse lo suficiente para la presentación. Además, podrá acentuar ideas con sus manos, o, si está sentado en una mesa de oradores, o de pié detrás de un estrado, apoyar suavemente las manos para evitar moverlas en exceso. 6. Irritar al auditorio con un tono intelectual y aburrido, frases groseras, asuntos poco delicados o con disculpas o recriminaciones constantes: darse corte de una pretendida superioridad; “retar” al público, o utilizar frases rayanas con el mal gusto, pueden ser síntomas de su incomodidad en escena. Por lo tanto, debe revisar exhaustivamente toda su presentación; ensayarla tantas veces como sea necesario; y también, simplificar al máximo el lenguaje para asegurarse que su mensaje llegue eficazmente. 7. Definitivamente, ¡dígale No! a las muletillas: es preferible que tome unos segundos para pensar su próxima idea, en lugar de llenar los baches y espacios con muletillas como “ehhh”, “esteee”, “¿no?”, “pero…”, “¿vió?”, “a ver”, “¿me explico?”, “o sea”, “mmmm”, o algunas muy utilizada en el vocabulario de muchos jóvenes: “Y… nada…”, “qué onda”, “na’ que ver”. ¿Cómo puede evitarlas? Preparando su discurso. Apropiándose del tema. Haciéndolo suyo. Manejando un ritmo sereno aunque atractivo para el público y se desprenda de palabras sin sentido. 8. Hablar demasiado de uno mismo: si bien como hemos detallado anteriormente puede introducir algunas referencias a experiencias personales, excepto que esté haciendo un relato de su vida no es conveniente basar su discurso en ejemplos suyos. El narcisismo y egocentrismo no son cualidades que se llevan bien con los oradores. La sugerencia es que, no importando su rango institucional, corporativo o su experiencia en el tema, busque siempre ponerse a tono con el público, y establecer una sintonía casi de igual a igual. De todas formas, el orador es usted: no hace falta que lo resalte con permanentes auto referencias. 9. No preparar la presentación sin orden lógico, o en forma tan confusa el auditorio no la va a poder entender: muchas personas creen que preparar un discurso es, simplemente, juntar información y recitarla. Y lo que no está preparado, se improvisa. Excepto que usted sea un experimentado orador, la sugerencia es que, siempre y sin excepción, dedique el tiempo suficiente para preparar su material, ordenarlo dándole una secuencia lógica y que guíe y acompañe al público. De lo contrario tiene altas posibilidades de no ser comprendido. Como veremos en el próximo capítulo, todo discurso debe tener su estructura: comienzo, desarrollo y final. 10. Imitar a otros: como en tantas otras áreas de la vida, muchas personas piensan que imitando rasgos de otros podrán armar una personalidad como orador. Esto es un error, porque este proceso de literal despersonalización desembocará, sin dudas, en más temor, miedos, inseguridades, inmovilidad, y en un aspecto poco real y hasta falso, que se transmitirá con usted en escena. Por lo tanto, lo recomendable es descubrir su propio estilo que irá de acuerdo a su personalidad. Es un proceso de ensayo y error, aunque con la práctica muy pronto irá descartando lo que no funciona, e incorporando más de aquello que sí le resulta apropiado. 11. Ser demasiado extenso: por inseguridad, por tomar revancha sobre otros oradores, o tal vez por no saber medir el tiempo, muchos oradores inexpertos preparan material en exceso, y luego, no pueden hacerlo cuadrar dentro del tiempo previsto. Es por este motivo que lo ideal es que se centre en unas pocas ideas esenciales, y las desarrolle con claridad, serenidad y transparencia; en lugar de hacer discursos eternos que, inevitablemente, se transformarán en aburridos. Además, cuando más extenso, más posibilidades de cometer errores tendrá –como caer en reiteraciones, dudas, perder el foco de lo verdaderamente importante que necesita transmitir, dispersar al público y hasta provocar una huida en masa del salón-. ¿Cómo controlar el tiempo? Puede tener en el estrado o mesa un reloj que sólo usted vea. Otro recurso es que un asistente le muestre carteles desde el fondo del salón cuando falten 10, 5 y 2 minutos para el final. Con la práctica, manejará automáticamente los tiempos. 12. Terminar sin un buen cierre: pocas cosas son tan faltas de impacto al ver a un orador como no saber que terminó su discurso… cuando ya terminó. Por lo tanto, tome todos los recaudos para que el público no tenga dudas acerca de su final. 13. No mirar a las personas alternadamente a los ojos y mirar al techo, a las paredes, a las notas, o al vacío: un error frecuente es evitar el contacto visual con el público y hacer demasiados movimientos oculares, o gesticular en exceso. Otros, prefieren mirar los papeles que leen o sus notas de apoyo; o, peor aún, mirar hacia el piso o hacia el techo. Cualquiera de estos ejemplos, reales y comprobables por todos, lo único que producirán es un alejamiento del punto de atención que usted, como disertante, necesita lograr. Para finalizar quiero compartir con ustedes mi curso de oratoria (nivel inicial). AUTOR Daniel Colombo Nació en Argentina y trabaja desde los 8 años, cuando comenzó como locutor en su pueblo del interior. Es Coach experto en alta gerencia y profesionales, educador, comunicador y escritor. Speaker internacional en motivación, liderazhgo, desarrollo profesional y media-coach. Ha publicado 14 libros, en español y portugués, incluyendo el best-seller “Sea su propio jefe de prensa” y la colección de 6 libros y DVD, “Comunicación y Ventas” con Clarín de Argentina. Conduce y guía equipos de alto rendimiento en empresas multinacionales. Ha asesorado a más de 2500 empresas.www.danielcolombo.com – www.facebook.com/DanielColomboComunidad – Twitter:@danielcolombopr Imagen cortesía de iStock
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