Muchas veces nos hemos encontrado con campañas completas donde las marcas reiteran su compromiso con poblaciones vulnerables o con causas sociales que bien o mal nos tocan a todos, pero ¿eso será cierto?, ¿a dónde van esos fondos?, ¿sí beneficiarán a las personas o fundaciones por las cuales “luchan” por un corto periodo? Como en todos los casos, eso depende de la marca no de los publicistas, a los cuales las personas juzgan por “quedarse con el pedazo grande de la torta”, sin haber visto un solo número y sí trasnochando por esa marca para que todo saliera perfecto, buscando conmover a millones de corazones que colaboraran con la causa. En Colombia, por ejemplo, la defensoría del consumidor y las diferentes superintendencias que velan por la libre y sana competencia, tienen reglas establecidas para cada caso que sale al aire. Por esta razón, la gran mayoría de las campañas que prometen ayudas a fundaciones y obras benéficas, sí se llevan a cabo, otra cosa es el mal manejo de dichas entidades que al poco tiempo salen a decir que “la plata no se vio”. Por tal razón, la pregunta tiene muchas respuestas, ya que depende de muchas variables… Así es que queridos compañeros, sin importar las noches infinitas, las ojeras profundas y el café cargado, las emociones son las que mueven al mundo, ese es nuestro premio al esfuerzo, sin pensar en a dónde va a parar todo, nuestro incentivo es la satisfacción de haber hecho las cosas bien y ver cómo las personas recuerdan sonidos, frases y campañas que salieron de un chiste o de un momento de lucidez. La publicidad siempre va tras un bien colectivo, ya que a muchas personas les interesa el mensaje a comunicar, a todos nos gusta escuchar que la felicidad viene en botellas o que si comemos un pan especial seremos tan grandes como Messi. Bien o mal, la publicidad hace que la vida sea más amena y llevadera. Mi consejo en últimas es que nos concentremos en amar lo que hacemos y sentir pasión por nuestro trabajo, en ver al target como personas y no como números. Cuando esto cambie, replantéate la pregunta ¿soy feliz con lo que hago? Y si la respuesta es un no, monta una panadería, quizá tu pan sea el más vendido de la zona. Imagen cortesía de iStock
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