La fábula de Don Luis o de cómo la intuición es el recurso de marketing más importante Don Luis es panadero, es gallego, duro como un roble, no cree en nada que más que en trabajar duro todos los días de la semana, de todos los meses de todos los años, no ha faltado al trabajo desde hace 40 años, nunca. Don Luis no entiende como han mermado tanto sus ventas, ya hizo promociones, 3 x 4, 2 x 1, café gratis, desayuno en promoción, pagas una y te llevas la mitad de la segunda, en fin. Todos los inventos posibles y cada vez lo visitan menos clientes, ya pintó, cambio la carta (en contra de su voluntad), sacó productos tradicionales (y exitosos) y probó con las nuevas tendencias. Vendió cupcakes, mousses de frutas exóticas, dulces sin azúcar, pan sin gluten, sin harina y no hubo resultados. A Don Luis le recomendaron actualizarse, hacer una página web y crear sus perfiles en redes sociales. Un amigo de un amigo tiene un amigo que hace ese trabajo. Lo visitó (no es profesional pero tiene costos razonables y al final, ¿qué puede salir mal después de todo). Luego de entrevistarse se pusieron manos a la obra. Se hizo una página web pero en lugar de poner fotos de productos reales, sacaron fotos de internet que al final no coincidían con los que se vendían en la panadería, pusieron la carta desplegable en PDF y a tan baja resolución que resultaba hasta divertido tratar de entender los nombre y precios de los productos, ante la premura por que el cliente viera resultados la pusieron ´on-line¨ aún cuando los textos no estaban corregidos y en contra de todas las advertencias del corrector ortográfico el home quedó con errores ortográficos. Si, faltaron tildes. En fin. Nadie se preocupó por corregirla, el ¨luego le arreglamos los textos¨ se convirtió en ¨nunca se hizo¨, el módulo de Google Maps tenía un error y mostraba la dirección de un taller mecánico que quedaba a 2 cuadras. La página web nació y murió casi al mismo tiempo, y nadie le dijo a Don Luis que la página tenía que ser actualizada y ¨alimentada¨ periódicamente. Menos mal que sólo se perdió tiempo y algo de dinero (sarcasmo). A todas estas la panadería seguía su tortuoso camino mientras en el piso de arriba una chica puso una venta de cupcakes. El local no tendría más de 16 mts2. Un mostrador, una nevera, muchos colores, la dueña pegada al móvil en una especia de trance que hasta daba miedo y ya. Sin embargo y por cosas que Don Luis no podía entender la muchacha parecía no darse abasto, vendía un día ¨malo¨ no menos de 300 cupcakes. Sí 300 como mínimo. Sus costos operativos eran mínimos y sus ganancias eran claramente superiores. Mientras tanto el asesor decía orgulloso que ya tenían perfil de Facebook, a la hora de abrir los perfiles lo hicieron como persona y no como negocio (un error que aunque ustedes no lo crean es más común de lo que parece). En su fan page, no había fotos originales sino unos cuantos videos de YouTube con recetas y procedimientos de panadería, algunos en ruso otros en chino, ¿al final pan es pan o no?. El fan page de la panadería lejos de producir empatía con el cliente parecía un chiste donde ni siquiera se apreciaban los 40 años de experiencia. El perfil de Instagram no era mucho mejor, en cada foto (de los mismas de internet) habían textos genéricos y una hashtagmanía loca, por ejemplo en la foto de un pan francés aparecía el siguiente texto: ¨UMMMMMMM PAN FRANCÉS…¨(todo en mayúsculas) #pan #frances #olala #ricopan #yomiyomi #conqueso #conjamon #desayunotradicional #france #francia #paris #amor #amour y como 15 más. Y como si fuera poco las publicaciones estaban ¨sucias¨, es decir, debajo del texto había publicidad (comentarios) de varias ventas de accesorios, zapatos, una cuenta de soft porn y una veterinaria. Se dedicaron a seguir a todos los que Instagram sugería, al final de la semana seguían a 4.000 y eran seguidos por 12. Don Luis estaba cerca de perder la paciencia, no veía resultados, se había perdido tiempo y dinero y al final del día no había resultados, el asesor le contó sobre Mark Zuckerberg, Steve Jobs, McDonalds y el negocio de la finca raíz, en fin. Al parecer el asesor si sabía de lo que hablaba pero no se daban los resultados, Don Luis mando a todos al diablo, ni Facebook, ni Instagram ni página web ni nada, recurrió a la segura, mandó a hacer no se cuantos flyers y se puso él mismo a entregarlos, si dio cuenta que la gente los tomaba por respeto y los tiraba casi inmediatamente, sin embargo, pudo notar que casi todos los que caminaban frente a su negocio parecían absortos con sus teléfonos, algunos apenas levantaban la vista para no caerse. Don Luis, despidió al asesor, buscó a la chica el negocio de cupcakes, y decidieron colaborarse mutuamente, ella decidió ayudarlo a cambio de recetas, lo primero que hicieron fue arreglar los errores en la página web, luego la chica grabó con el teléfono a Don Luis haciendo pan y compartiendo el secreto de su amasado. Buscaron simplificar las cosas y divertirse, ella era su community manager, el era su maestro. No había pretensiones, ni términos raros como engagement, marketing, focus group, nada. Sólo había un objetivo, claridad de pensamiento y sensibilidad para leer el mercado, al final todos quieren ver a un maestro panadero en acción. Don Luis ganó muchos seguidores, aún no sabe muy bien como funciona la tecnología pero se dio cuenta que cada vez que da un consejo muchísimas personas de todas partes del mundo le comentan, las ventas subieron y hasta reciben pedidos por Facebook. La historia termina bien, o mejor dicho va bien, al final sólo se perdió tiempo y dinero (sarcasmo). La última vez que vi a Don Luis me dijo: ¨¿ya le diste like a mis redes?¨ AUTOR Carlitos Morales Franco. Diseñador gráfico especialista en imagen corporativa, reconoce la diferencia entre pantone 324 y 325 de lejos, locutor comercial famoso en su pueblo, DJ, fotógrafo de productos, amante del rock clásico. Logró producir una campaña completa sin una sola corrección por parte del cliente. Síguelo en @caglitos Imagen cortesía de iStock
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