La Naranja Mecánica fue una obra de Anthony Burgess de 1962, fue publicada en un lapso de tiempo justo para poder eliminarla de la cabeza del público lector, sin embargo esta obra se resistió ante la gran «ayuda» de Kubrick al convertirla en un clásico cinematográfico. No obstante, no fue una de las obras favoritas de Burgess, al contrario, fue una de las cuales menos valor le tuvo, la que más despreciaba. Pero si lees, él no fue el único con este problema, ¡esto ya es algo de grandes! Rachmaninoff se lamentaba que lo reconocieran por un simple Preludio en Do menor sostenido que compuso en su adolescencia, mientras que sus obras más maduras no tuvieron relevancia alguna. Seguramente a cualquier niño que quiera aprender a tocar piano le enseñarán que el Minueto en Sol es una de las obras pianísticas más impecables de la vida, cuando irónicamente Beethoven la compuso solo para detestarla. Sin embargo en Norteamérica, se publica esta novela, una novela que consistía en 21 capítulos, con una peculiar numerología. ¿Numerología?, numerología es el simple hecho de que los números signifiquen algo para los autores, escritores, humanos, y se es de conocer que los novelistas jamás escogían números al azar, éstos siempre significaban algo. La Naranja Mecánica para Burgess terminó con 21 capítulos porque para él 21 era el número de la madurez humana (al menos en esa entonces), 21 capítulos extremadamente importantes para él. Sin embargo un editor en Nueva York decidió lanzar una novela de 20 capítulos, no eliminando un capítulo intermedio sin mucha resonancia, sino decidiendo eliminar el último capítulo. Para el editor del vigésimo primer capítulo éste manifestaba traición, «Muy británico, blando, y mostraba una renuencia pelagiana a aceptar que el ser humano podía ser un modelo de maldad impenitente», y vaya calamidad la de Burgess que gracias a su baja economía en esa entonces tuvo que acceder ante tal insulto, aunque el anticipo haya sido una miseria. Por lo tanto, mientras Gran Bretaña leía la Naranja Mecánica de los 21 capítulos, Estados Unidos tenía la versión más delgada, el dolor de cabeza de Burguess. Ahora bien, cuando Kubrick rodó su film lo hizo bien en Inglaterra, pero con un pequeño detalle, sí, siguió la versión americana. Ésto tuvo un feedback inmediato, Estados Unidos tenía presente que la película acababa prematuramente. No fue algo de que los espectadores se pararán de su butaca a exigir su dinero de vuelta, pero sí se preguntaron por qué Kubrick suprimió el tan asombroso desenlace. ¿Pero qué sucede en el vigésimo primer capítulo? Pues en resumen, Alex crece unos años, la violencia lo aburre y reconoce que es mejor emplear la energía humana en una ventaja agregada de la juventud. De pronto se siente con una revelación, la necesidad de hacer algo, casarse, engendrar hijos y mantener la naranja del mundo girando en las manos de Dios. En el vigésimo capítulo no hay ningún indicio de aquel cambio, el chico es condicionado y luego desacondicionado contemplando con júbilo la recuperación de la voluntad libre y violenta. La intención de Burgess no era esa, sin embargo los escritores raras veces son sus mejores críticos. Entonces ya las cartas están en la mesa y queda la elección propia, elegir ante el favor de Kubrick o el grand finale de Burgess. «La Naranja Mecánica norteamericana o de Kubrick es una fábula, la británica o mundial es una novela.” Anthony Burgess AUTOR Paula Asteroide
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