Es una pregunta recurrente que viene a mi mente cada vez que voy en el transporte público y veo a todas las personas que viajan conmigo. Yo no llegué a la agencia por algún profesor que vio mi increíble talento creativo, ni porque cuando era estudiante tenía las notas más altas del salón, ni mucho menos por participar en algún concurso donde el premio eran practicas en una agencia de publicidad. Todo comenzó cuando ya estaba por acabar la carrera. Viendo que los días pasaban y mi etapa de estudiante se acababa, me puse las pilas (o baterías, esas que les ponen a los juguetes para que se muevan) y buscar la forma de entrar a una agencia de publicidad -obviamente como creativo- Antes de iniciar mi búsqueda armé mi carpeta, puse mis mejores trabajos y hasta creé un marketing directo con forma de regalo súper mono para que me ubiquen. Con todo eso a cuestas emprendí mi travesía para encontrar la agencia que me reciba. Fui de puerta en puerta dejando mi carpeta y la linda cajita de regalo que había preparado para los directores creativos. No puedo negar que en esa búsqueda pasé por lindas agencias. Algunas eran modernas casas, otras estaban dentro edificios de oficinas, pero las más lindas –a mi parecer- eran las que tenían infraestructura de casona antigua. En ese fugaz paso por agencias de publicidad, me senté en salas llenas de relucientes premios, cada uno de ellos compitiendo por ser mejor que el otro. Fui entrevistado por pintorescos personajes creativos (a los cuales nunca les llegó la cajita que había hecho) todos muy ambles –por si alguno lee esto- pero siempre pasaba lo mismo: “Buscamos a alguien con más experiencia” Aparentemente mis trabajos de estudiante tenía poca experiencia. Pasó un tiempo y decidí trabajar en otro rubro, pero siempre pensando que tenía que ser creativo de una agencia de publicidad. En esos meses que trabajaba en “otro rubro” descubrí un directorio del medio publicitario, algo así como un Yellow Pages de las agencias de publicidad. En ese directorio había de todo: Productoras, realizadoras, casas de audio, agencias ATL, BTL y seguro empresas publicitarias con más iniciales que ahora no recuerdo. Fue en ese momento que decidí volver a emprender mi búsqueda. Pero esta vez sería vía digital. La cantidad de mails que enviaba era increíble -menos mal que eso solo duró un día, con tanta transferencia de datos que de seguro Google me cobraría- Al día siguiente me respondieron de una agencia y me citaron para un miércoles. Un día antes de la cita decidí renunciar a mi trabajo (la verdad es que era bien aburrido). Llegó el miércoles pero aún no me confirmaban la hora de la entrevista. Sin mucho que perder decidí escribirles con toda la frescura del mundo: “Hoy me citaron para una entrevista, a qué hora tengo que ir a la agencia”. Al rato me respondieron diciendo que podía ir por la tarde. En mi hoja de vida decía que no tenía experiencia, así que fue una entrevista – a la que llegué sin mi cajita de regalo– como todas las demás, con preguntas típicas. ¿Qué haces? ¿De dónde vienes? ¿Cómo estás de tiempo? ¿Trabajas en equipo? ¿Cómo manejas la presión? Preguntas realmente típicas. Cuando éstas se terminaron se me dijeron: “Listo, comienzas mañana a las 8:30 am nos gustó tu actitud en la respuesta del segundo mail que nos mandaste”. Y así, gracias a un mail y a una respuesta fresca, comencé a trabajar como creativo de una agencia de publicidad. ¿La moraleja de la historia? No sean como yo y armen una buena carpeta, participen en todos los concursos creativos para estudiantes que puedan, hablen con sus profesores por si saben de alguna vacante en agencias, busquen todos los canales para llegar a una agencia, inscríbanse en las bolsas de trabajo. Pero sobre todo, nunca dejen de perseguir sus sueños. Imagen cortesía de iStock
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