A veces ciertas situaciones nos llevan a dar una vuelta de 360° en nuestra vida y tenemos que tomar la difícil pero necesaria decisión de volver a construir ladrillo por ladrillo desde el suelo. Depende de dónde se mire, empezar de cero puede ser un alivio, como también puede ser una gran incertidumbre… ¿acaso desde dónde tengo que empezar a construir? ¿Qué es lo que exactamente quiero construir? Estamos en el momento exacto donde sabemos que nos rodean miles de caminos y posibilidades que seguir, pero sentimos la vulnerabilidad de estar sin equipaje y sin un mapa que nos guíe. Es fácil perderse, aun sin haber empezado a caminar, cuando nos retienen la ansiedad y la inseguridad hasta confundirnos de nuestras metas. Sin embargo, esto que nos retiene, es simplemente una reacción al cambio, una mera ilusión: cuando todo lo que nos rodea cambia, solemos sentir cierto vacío a causa de lo que conlleva renovar lo que para nosotros era normal, o incluso cotidiano; pero en realidad el equipaje que llevamos siempre será más, pues sumamos experiencias a través de la vida, día a día. José Luis Sampedro, un escritor y economista español, decía “Deberíamos vivir tantas veces como los árboles, que pasado un año malo echan nuevas hojas y vuelven a empezar”. Las raíces del árbol, no obstante, siguen siendo las mismas, y ese es el equipaje a tomar en cuenta. Aun cuando todo cambia, son las mismas raíces las que nos mantienen de pie para seguir avanzando. Entonces, las palabras “empezar de cero” son sencillamente una manera de mitigar lo que es en realidad un nuevo desafío. Es importante tener esto en cuenta al momento de comenzar a cuestionarnos acerca de todo lo que implica aquel cambio. Sea dentro de nuestro ambiente de estudio, trabajo, familia, amistad… Hasta un proyecto o forma de vida: siguiendo con la metáfora del árbol, no hay que dejar de apuntar al cielo al crecer sólo porque muchas de las hojas que nos cubrían han caído al suelo, porque seguimos de pie. Me suelo preguntar seguido desde dónde tengo que empezar a construir y qué es lo que exactamente quiero construir, como un empresario debe preguntarse a sí mismo cuando su negocio cambia de dirección. Vemos como la sociedad va evolucionando y las grandes marcas que se mantienen en la mirada de la gente son aquellas que cambian junto con la misma sociedad. Transformaron su imagen para seguir siendo aceptadas e incluso re-valoradas dentro de la comunidad en que se desarrollan. Empero, sus orígenes son lo que mantienen viva aquella imagen que cambia a través de los años. Vale mencionar un ejemplo que la mayor parte del mundo conoce: Coca-Cola; una bebida que a lo largo del tiempo cambió el tipo de envase, de publicidad, de clientes… pero cuyo sabor se mantiene – y no me refiero a la fórmula exactamente, sino a lo que significa para sus consumidores- , cuya esencia se impone ante cualquier cambio. Aunque reciba críticas constantemente, aun cuando alguna idea no se lleve a cabo de la mejor manera; es decir, más allá de los altibajos que cualquier marca, empresa o incluso una persona pueda transitar es aquella esencia lo que mantiene a flote algo para seguir desenvolviéndose. Es fundamental aceptar el desafío del cambio, recordando que tenemos en nuestras manos la fuerza de seguir siendo lo mejor de nosotros, aun cuando no somos los mismos. “Las personas cambian cuando se dan cuenta del potencial que tienen para cambiar las cosas.” Paulo Coelho AUTOR Verónica Solana Estudiante de Artes Combinadas en la Universidad de Buenos Aires. Pasión por la psicología y la filosofía. Amante de la comida, la música y la vida misma. Escritora empedernida, fascinación por la metáfora, la forma más mágica de comunicación. Los pies en el suelo y la vista en el cielo. Twitter: @VerooSolana Imagen por iStock
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