Si no a todos, a la mayoría nos ha pasado cuando presentamos la que consideramos la idea al Director Creativo y dice: no está mal, pero dale la vuelta, búscale un poco más, etc… Pero esta frase (o sus similares) se va convirtiendo en un eco, un déjà vu, en un acosador, un fan molesto, un asesino al acecho. Hay un momento en que sientes que tu mente ya no da más, que te dio estreñimiento creativo y un silencio en el peloteo aparece, donde no se le ocurre nada a nadie. Estas palabras demuestran su poder, pues nos llevan a superar límites, nos invita a cruzarlos, a seguir buscando, indagando, escarbando. Pero las buenas ideas son aquellas complejamente simples, las que la gente dice cómo no se me ocurrió a mi, que nacen de insights que están tan a simple vista que nuestra miopía no nos permite ver de primera instancia. Cuando se activa el dale la vuelta mas que pensar empieza a observar, mucho más, los detalles, descontamínate, sal a la tienda al menos, cuenta un chiste, duerme 15 minutos, lo que tengas que hacer para purificar tu mente, para lavar los anteojos creativos, para recuperar la atención y lo que quedaba de objetividad. Pensar no se mide en horas nalga, sino en grandes ideas y estás pueden nacer incluso cuando vas al baño; no avisan, no reservan, vienen y van, sólo hay que trabajar con la mente abierta para fijarnos, para saber identificar, para reconocer una gran idea sin que importe la fuente, ni los egos, ni los humos subidos. Cuando una idea es buena no necesita vuelta, ni chistecito, porque es clara, porque cumple con su objetivo, porque todos la entienden, porque provoca una emoción, un wow, un órale. Cuando escuches dale la vuelta, no pienses en seguro desvelada, en uta, nada le parece a este wey. Lo que menos necesitas es cerrar la mente con pensamientos negativos. Para no escuchar un dale la vuelta de tu jefe, muy probablemente tendrás que ser honesto y escuchar de tu parte, en diálogo interno, muchos dale la vuelta. Imagen cortesía de iStock
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