Seguramente en algún punto de tu vida has escuchado la famosa expresión de las tres “B” que, por lo regular, proviene de un cliente desesperado. Y es que, todos podemos hacer diseño pero no todos aterrizamos conceptos funcionales. Es preocupante lo devaluada que esta la profesión que incluso, algunas empresas prefieren los mil volantes en una hora que ofrece un local de publicidad. Aunque esto no es una generalización, sabemos que sucede en algunos casos, debido a la falta de conocimiento aunado a la búsqueda de practicidad y precio económico; el cliente ya no busca calidad sino cantidad. Lamentablemente, existen ciertos negocios de impresión en donde, los colaboradores no cuentan con la capacitación suficiente para desempeñar la tarea asignada, por lo tanto, juegan a ser diseñadores con conocimiento nulo de paquetería Adobe, sistemas de impresión, tipos de papel, suaje, etc. en pocas palabras: dejas en manos de un novato el trabajo por el que te desviviste días enteros responsable de tus noches de insomnio. Es muy común que un estudiante universitario atraviese por este tipo de inconvenientes y puedo apostar que, todos sufrimos al ver que nuestra creación no quedó como lo pedimos, es un desastre y el coraje aumenta en potencia cuando te enteras que la persona que te atendió, es pro manejando paint pero no conoce lo que significa PS. Por otra parte, en el aspecto laboral, no todo es Pantone 1905 C (rosa) para el diseñador, quien ahora ya lleva una vida profesional, rara es la vez que acude a este tipo de lugares para hacer tangible una idea. Sus conocimientos, experiencia y empresa a la que pertenezca lo guiarán a tratar con otra clase de proveedores más formales en su trabajo. El asunto complicado aquí será al momento de justificar todas sus ejecuciones o activaciones con los jefes a quien tengan que rendir cuentas. En una empresa que maneja cantidades elevadas de dinero, es necesario documentar cada uno de los procesos que se llevan a cabo por muy mínimos que éstos sean. Por desgracia, al igual que todo cliente, el ideal de “bueno, bonito y barato” sigue presente en la mente de los gerentes. De no ser así, ellos se asustan calificando la acción publicitaria y/o gráfica como un gasto excesivo que es una lata pagar. Sin embargo, debemos educar tanto a los altos mandos como al público en general de la importancia de una estrategia de diseño eficaz, basado en una estrategia, respaldado por conocimientos previos, argumentos concretos y sobre todo, hacer hincapié de que lo barato sale caro además, la calidad no es sacrificable pues a final de cuentas, algo hecho “al tanteo” tiene una fecha de caducidad muy corta que en vez de impactos, genera molestia en el target teniendo como consecuencia una alta posibilidad de que pueda ignorar o desechar la acción publicitaria (según sea el caso). Recordemos todos los días que, como profesionales en el ámbito es un compromiso y una responsabilidad fomentar la cultura de que, los esfuerzos creativos, de marketing y de diseño son una inversión con alta rentabilidad y oportunidades de crecimiento tanto personal como nivel empresarial.
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