Un buen día me robaron mi celular cuando iba de camino a una junta; me quedé paralizado. Mi primer pensamiento era avisar a mis contactos más cercanos, entre ellos a mis clientes que me estaban esperando. Mi mente estaba en blanco, ¡no me sabía ningún teléfono de memoria! Mis contactos, mis citas, mi mail, mis fotos, mi música. TODO SE HABÍA IDO. Fue ahí donde me percaté de lo dependiente que puedo ser de mi teléfono inteligente; sin él me sentía vulnerable. Una vez que pude comprar otro celular y cargar el respaldo de mi información, fue como si el alma regresara a mi cuerpo y pensé: estoy mal. En la actualidad los celulares, más que un accesorio, son una extensión de nosotros. Me di cuenta de toda la atención que ponía en un día normal en esa pantalla; este era el medio de comunicación que más veía en todo el día. ¿Te ha pasado algo de lo siguientes ejemplos?
- Estás viendo la TV y al mismo tiempo estás consultando tu celular.
- Te duermes y despiertas con el celular a tu lado.
- Has ignorado a alguien que está enfrente de ti por ver quien te escribió en tu whats.
- Mientras vas en transporte público o estás esperando a alguien, te metes a FB, juegas, escuchas música, ves un vídeo o todo al mismo tiempo.
- Cuando vas a la mitad del camino a tu trabajo y te das cuenta que no traes tu cel, regresas por él.
- Has conocido o ligado a alguien a través de tu cel (sin importar la aplicación que sea).
- Compras a través de tu cel (boletos del cine, canciones, viajes, ropa… ¿Ya hiciste cuentas?)
- Al menos tomas 1 foto diario.
- La cámara frontal la usas para tomarte selfies y como espejo.
- Te conviertes en un constante vigilante de tus mails con el Síndrome Checo cada 2 Minutos.
- Mientras conduces, no puedes evitar ver tu celular al menos dos veces en tu camino (muy mal, estás poniendo tu vida en riesgo).
- Si estás cuidando a tu sobrina, tu hijo, etc. y no sabes qué hacer, les prestas tu cel. para que jueguen (si es que ellos no tienen ya uno). Lo cómico es que ahora estás cuidando tu teléfono inteligente, para que no le pase nada.
Hoy el celular es una maleta de nuestra vida y lo alimentamos todos los días con fotos, mensajes, intereses, aplicaciones, mails, citas, contactos, etc. Por ello, tiene cautivo nuestro interés. Por eso le ponemos contraseña, por eso guardamos un respaldo. Muchas campañas publicitarias han tratado este tema de desconexión con nuestro amigo inteligente, para volvernos a conectar con el mundo real. Los insights son indiscutibles, pero la verdad es que no afectan nuestro comportamiento, solo sirven como un espejo para reírnos de nosotros mismos. Mientras ciertas marcas tratan de crear conciencia, otras más sacan nuevas plataformas tecnológicas y aplicaciones tan atractivas que son imanes para estar aún más conectados con nuestro teléfono. Para mí hay dos vertientes de las posturas de las marcas: la SOCIAL, que trata de disminuir el uso excesivo del celular (y otros dispositivos) y la COMERCIAL, que trata de aprovechar el uso excesivo del celular (y otros dispositivos). Ambas son válidas, pero no hay una postura ética al respecto. Por ello, hay que usar el teléfono inteligente con inteligencia, y la clave está en la dosis. Imagen cortesía de iStock
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