Esta semana despedimos a nuestra becaria de la agencia. En realidad no la despedimos, nos despedimos de ella porque su contrato en prácticas termina después de 6 meses. En realidad no fue una despedida, ella sabe que volveremos a vernos en otras agencias, pitch y eventos. El tiempo sabe cuándo pero nos encontraremos, eso lo tengo claro. Reconozco que me daba pánico ocuparme de los becarios cuando mi jefe en la agencia me propuso esa responsabilidad. ¿Por qué tanto miedo? Sí, yo también fui una becaria precaria de las que llevaba la comida en el tupperware para llegar a fin de mes con el minisalario y sobre todo porque sufrí en mis carnes el efecto de comentarios y actitudes como: «Tú a lo tuyo, a hacer fotocopias“, «Prepara los cafés para la reunión“, «Quieta y calladita, como si no estuvieras. Ni se te ocurra preguntar nada“. Fue duro pero me volví adulta en el camino y asumí que si estaba allí era por algo aunque no todo el mundo estuviera dispuesto a darme la bienvenida. ¡Demuestra lo que vales! Me entraron sudores fríos, ¿sería yo también un bicho de cuidado con los becarios? ¿Conseguiría transmitirles qué es lo bueno y lo no tan bueno de este campo profesional? Confieso que al principio no fue fácil, no todas las personas tenemos la misma capacidad ni aprendemos del mismo modo. En el proceso he perdido mucho tiempo enseñándoles cosas, dejándoles que me acompañaran a reuniones, pitch y eventos y he ganado muchísimo más tiempo disfrutando de mi trabajo y de lo que me gusta de la publicidad. Además me han hecho verme a mi misma desde otros ojos; con mis virtudes y mis defectos, algo que ni el mejor jefe del mundo podría hacer. Gracias haberme dejado acompañaros en un trozo de vuestro camino profesional y ¡Hasta la vista! Imagen cortesía de iStock
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