El design thinking puede disipar la incertidumbre y anclar la innovación en los impulsores fundamentales de la conducta del consumidor, sus interacciones con el ecosistema que les rodea y también las que mantienen unos con otros. Crear es imaginar escenarios. Crear un prototipo significa resolver un problema. Pueden hacerse modelos de casi todo: productos, servicios y experiencias. Lo importante es avanzar, no detenerse. Para lograr ideas inusuales, hay que hacer un esfuerzo inusual. Esto, por gratificante que sea, requiere un trabajo deliberado. Si nadie lo hizo, debe ser porque es imposible… Me contengo en la frase asesina o desafío el imposible. ¿Me animo a llevar a cabo lo que otros han descartado? Si no cambias, no puedes ser innovador, no puedes pensar distinto. Los patrones de pensamiento que vamos cimentado para ser muy eficientes, en algunos casos nos vuelven más ineficientes. Las herramientas de cambio tampoco son mágicas porque la principal finta para el cambio la hace el propio cerebro. Él, nuestro mejor amigo e ilustre bloqueador, que busca la homogeneidad, que va por los mismos caminos de siempre para ahorrar energía. El cerebro busca la constancia y la supervivencia; quedarse en la zona de confort para no correr riesgos. Las técnicas de creatividad nos ayudan a hacer más flexibles y diversos los caminos por lo que discurren nuestros pensamientos. Todo ha cambiado, está cambiando, y, va a seguir cambiando. Tim Brown, miembro de IDEO e impulsor del design thinking en la empresa moderna, define a esta disciplina como la articulación y vinculación de la sensibilidad y métodos de los diseñadores para hacer coincidir las necesidades de las personas, con lo que es tecnológicamente posible, alineado con una estrategia viable de negocios factibles de convertir en valor para cada cliente y en una oportunidad para el mercado. El design thinking no es un experimento: nos anima a experimentar y nos capacita para ello. El design thinking desafía el statu quo y fomenta:
- La flexibilidad cognitiva antes que la conformidad.
- La búsqueda de las preguntas antes que la exploración de las respuestas.
- El pensamiento crítico sobre cosas que se daban por sentado.
- La capacitación de los equipos antes que las estructuras organizacionales.
- La importancia de actuar en lugar de estudiar.
Se trata de un modelo de varios pasos en los que se entremezclan la tecnología, las personas y los negocios, que no es excluyente de los diseñadores, ni es inalcanzable para personas formadas en otras disciplinas. Tom Kelley, Gerente General de IDEO, destaca 6 claves del diseño para incorporar a la metodología de trabajo que cada individuo utilice para contagiar y alentar: 1- El diseño es el instrumento que ofrece mayores oportunidades de negocios. 2- La herramienta primordial de los diseñadores es la observación. 3- ¿A qué le prestan atención los diseñadores? 4- Tormenta de ideas reales. No reuniones de trabajo convencionales. 5- Otras de las reglas de la lluvia de ideas es el «juicio diferido». Es decir, no emitir opiniones críticas y permitir que se expresen todos los pensamientos. 6- Prototipos. Piedra angular del design thinking porque, gracias a ellos, la gente puede imaginar el dispositivo o la experiencia que el diseñador está tratando de crear. Ejercitar tu creatividad no debe ser una tarea aburrida. Sentarte solo en una habitación, forzándote a generar nuevas ideas es poco productivo. En lugar, déjate inspirar y estimular por el mundo que te rodea ¿Cómo es un design thinker? Colaborador por naturaleza, humano, experimental, abierto, optimista, empático, curioso, en constante búsqueda y de pensamiento 360º. Nada que no puedas desarrollar con trabajo, dedicación, constancia y ganas de cambio. Para el final de esta columna, te dejo una estimulante frase de Thomas Robert Dewar: «Las mentes son como los paracaídas: solo funcionan cuando se abren.» Imagen cortesía de iStock
Comentarios