Yo también lloré cuando me presentó el carrusel. Yo también babeé con el diseño de producción, con el guión, con la profunda investigación, con el cariño con que se hizo la serie, con el vestuario, con su unidad visual, con Christina, mami, como la traigas, Hendricks… Mad Men es una serie que entiende todo bien y ejecuta todo bien. Pero alguien tiene que decírtelo: cada vez que dices que eres como Don, no eres muy distinto de las chavitas que se creen la princesa cuando ven Frozen. Esto no tiene nada de malo, pues identificarse con los productos audiovisuales que consumimos es inevitable, pues están diseñados específicamente para que así sea. Por ejemplo, yo me creo el señor de este clip por su noble corazón y porque todo lo que digo parece ser profundamente malentendido:
Lo más triste es que de veras creo que soy como él.
Me llama la atención que la drapermania exalta a este personaje por sus virtudes, cuando sólo manifiesta terribles vicios del mundo de la publicidad. Aquí cuatro peligrosas razones por las cuales (no) quieres ser como él: Don Draper y sus asombrosas ideas son el resultado de un impecable diseño dramático. Aunque su historia busca apegarse al realismo, no deja de estar resguardada por el cálido manto de un equipo de guionistas que se aseguran de que todo se resuelva de la forma que ellos desean. Don Draper reitera no una, sino dos veces, la equivocada y nefasta idea de que cualquiera puede volverse mejor publicista que los publicistas, armado únicamente de un gran carisma y ocurrentes ideas. Todos los que nos dedicamos a esto sabemos –o deberíamos saber- que el negocio dista mucho de ser tan simple como tener una epifanía en el momento exacto. Todos tienen siempre una ideota: cliente, cuentas, copy, arte, director, hasta la recepcionista sabe per-fec-ta-men-te cómo es el siguiente comercial ganador para tu cuenta… Sólo pocos tenemos respuesta al cómo esa idea ocurre. Una vez más, los personajes de Mad Men son exitosos gracias a la magia de la TV y a que sus maravillosas estrategias fueron dramatizadas por un equipo de profesionales del guionismo apoyados en un equipo de profesionales de la publicidad. No te pareces en nada a ese señor. Hello ladies. Look at your Don. Now look at your mexican advertiser, now back to your Don… Don Draper es un dandy gringo de mediados del siglo pasado, que diseñaba mensajes para los baby boomers. Los Draperliebers son –en el mejor de los casos- hipsters que niegan ser hipsters, de todas las ciudades del mundo, de principios de siglo, que construyen campañas para millenials. En la generalidad, a los copies mexicanos les caga usar corbata; ni se saben hacer el nudo, pues. No toman whiskey, toman micheladas cubanas. Tampoco fumaban Lucky Strike (It’s toasted!) cuando costaban igual que las otras marcas. Y no se dan a January Jones, sino a Marianita la de cuentas. Si Mad Men refleja la realidad del mundo publicitario, me queda claro por qué en los medios actuales vemos formatos de publicidad de hace 60 años. Es obvio que el carácter aspiracional del personaje nos inspire, acaso nos evoque nostalgia por los viejos y buenos tiempos, pero el modelo que representa es incongruente con la vida publicitaria actual. ¿Por qué ese afán de querer ser como Don Draper y no como uno mismo? ¿En serio crees que llegar borracho a la agencia y beber mientras chambeas te hace mejor publicista? ¿En serio crees que es tan fácil como “piensa en algo muy duro (hehe), luego ignora el problema y una solución genial, viable y exitosa aparecerá por arte de magia en tu grandiosa mente”? En este business hay que investigar, hay que talachear, hay que hacer prueba y error, hay que planear, hay que medir. No basta con “pensar mucho hasta que se me ocurra algo”. Eso ya lo hacemos todos. Tú eres mejor que Don Draper. Tú tienes –o deberías tener- la más mínima formación universitaria o profesional, Internet, los medios más baratos de la historia, acceso a producción audiovisual en tu celular, ¡celular!, videoconferencias, Google, Wikipedia, Photoshop, e-mail, Final Cut, Excel, ¡WORD!, ¡KEYNOTE!, ¡GO-PRO!, ¡DRONES!… y 60 años más de desarrollo publicitario, mediático, tecnológico, económico, demográfico, psicosocial y geopolítico. Pero por alguna razón, las draperliebers creen que ser como un alcohólico con psicopatologías severas es un mejor ejemplo a seguir que su director creativo que no se detiene hasta que la idea sale; que su director de arte que se cena toda la basura de las expos, blogs y cuentas de Tumblr hasta que encuentra un look alike que satisfaga el concepto; que su diseñador capaz de hacer milagros; que su director de cuentas que acaba de conseguirle tres pitches gigantes; que su trainee con chingos de ganas de aprender y pensar diferente; que nuestros competidores que nos llevan al extremo… Por favor evita inspirarte en Don Draper; sólo representa todo aquello de cuanto nos quejamos a diario. Cada clientada, cada meme, cada logo más grande, no son más que el resultado de creer que la publicidad se hace como la de este señor. AUTOR Carly Balderas Sólo soy un pobre loco que nunca pudo armar un “circuito tanque” en la escuela de ingeniería y se volvió publicista.
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