Muy esperada por algunos y odiada por otros, este mes se llevó a cabo la elección de diputados federales, donde los partidos políticos, vistiendo sus mejores galas y con una oratoria endulzante, convocaron a millones de mexicanos a votar por el mejor postor. Ya sé, pensarás que es otro de esos post aburridos que reseñará paso a paso los resultados, los chismes entre cada partido, los candidatos, etc. ¡Bah! Bien sabemos que tocar temas tanto de política como de religión, es delicado, subjetivo y el encuentro de opiniones suele ser tan divergente, que puedes perder dos que tres “amigos”. Dada esta situación, iré directamente a lo que concierne al mundo publicitario: las campañas políticas; en específico, los anuncios impresos. Previo a la esperada elección, los medios de comunicación, así como las calles de cada ciudad, se inundan con todo tipo de anuncios publicitarios en una ola salvaje de rostros sonrientes con nombres que, muy probablemente, olvides en un breve lapso de tiempo. Salir a la calle es toda una fiesta de colores, donde los candidatos te acechan para persuadirte al voto por medio de espectaculares, flyers, lonas, parabuses, stickers, entre otros artículos de papelería. Estamos tan acostumbrados a la contaminación visual que muchas de las veces ya no prestamos atención a aquella pared inútil atascada de impresos pegados uno junto a otro. Durante la fiesta, la diversión de hacerse notar aunada al espíritu competitivo, suele ser un deleite pero…¿qué ocurre después? ¿Acaso es relevante toda esta propaganda para el ganador o perdedor? ¿La guarda de recuerdo para tapizar su sala? ¡No! La realidad de esto es que una vez transcurridos los días de campaña permitidos, cada partido debe retirar la propaganda que se encuentre en un radio de 50 metros de los lugares donde se instalarán las casillas electorales. Sí, leíste bien, únicamente retirarla, pues a pesar de que en este año, por primera vez el INE decidió que toda la propaganda debía elaborarse con materiales que no dañen el medio ambiente, no existe una norma que obligue a los partidos políticos a reciclar estos anuncios, debido al alto costo que implicaría todo el proceso. Como una medida preventiva, el INE indicó que, tanto candidatos independientes como partidos políticos, “debían proponer un plan de reciclaje de todo el material que usen en la difusión de su imagen y propuestas”. Sin embargo, no todas las reglas fueron acatadas, ya que se supone, estaba prohibido regalar objetos promocionales de plástico o hechos con materiales anti ecológicos y el punto es que a mi casa fueron a dejar el famoso “kit escolar” del partido del tucán, siendo ésta no la primera vez que infringen la ley y reciben sanciones millonarias por quebrantarla. Es una burla que hasta ahora propongan implementar una “regla” que indique el uso de materiales ecológicos cuando años atrás, les importaba poco amontonar todo el material impreso y dejarlo a la intemperie donde terminaba por echarse a perder. Kilos de papel y plástico sinónimos de millones de pesos tirados literalmente a la basura, tratados como desperdicio en casas o bodegas de las que yo misma fui testigo. Probablemente sean pocos los que se inmuten ante este hecho deprimente, pero confiemos en que el marketing 3.0 haga de las suyas y se convierta en una estrategia base en campañas políticas que además, impulsen poco a poco al país hacia una cultura socialmente responsable dónde el factor principal del cambio, empiece por uno mismo.
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