Todos los que nos dedicamos a “vender” un producto o servicio, por cualquiera de las vías conocidas como la publicidad, la comunicación y relaciones públicas o acciones de mercadotecnia, siempre buscamos adaptar ciertas virtudes que lo lleven sin mayor problema al público objetivo. Tropicalizar la marca, adaptar las pertinencias del empaque, e incluso medir el tipo de comportamiento que se está teniendo por zona de compra. Sin embargo, mucho de lo que hacemos –y gran parte de nuestra frustración- es no ponernos del lado de consumidor y seguir pensando técnicamente en qué es lo mejor… según nosotros. Este punto lo tocamos con un cliente hace un tiempo, y es verdad, siempre pensamos que lo que decimos es ley, y que es lo que debe ser, pero si lo vemos desde un diferente ángulo, seguramente encontraríamos mejores y mayores resultados aplicados a las estrategias que deben de hacer que las horas nalga valgan la pena. Por ejemplo, yo. En estos momentos atravieso (y comunico con felicidad) por mi primer embarazo, por lo cual mis hábitos de comportamiento y adaptación a la jungla de asfalto han cambiado tan sólo en los últimos meses. Yo no podía medir lo peligroso que era siquiera asistir al súper con quincena en mano y con una panza que no permite desplazarse bien con tantas bolsas. Entonces ya compro menos, cada vez lo que menos pesa para poder cargar. Pensar en cremas especiales para panza (sí, las hay y así de simple es su nombre) en protectores para la pronta lactancia, comparativos entre marcas de sacaleches y encontrar un pantalón que se adapte a nuestro nuevo cuerpo sin dejar de vernos ‘cool’ son puntos que nunca antes imaginé, y que obviamente cambiarían mi modo de consumo. Suplico, por ejemplo, más variedad de ropa para embarazo, un cinturón adaptable al tipo de auto (y altura de las personas garrocha) y es así mis estimados, como llegué a re-definir mis hábitos acorde a mis prioridades. Si, del otro lado de la moneda, nos ponemos a pensar en las etapas por las que puede atravesar nuestro público meta, podríamos adaptar mejor la comunicación y las acciones de venta hacia ellos. Podríamos no sólo lanzar las pelotas al aire, sino, enviar una, con un sólido mensaje y dirigida al rubro que buscamos embelesar. Tanto “less is more” como “let it be” tienen razón, sin embargo, enfocarnos en satisfacer al consumidor por medio del buen advertising de nuestro producto, es ideal para no ser identificados como una marca de conveniencia. Entre tanto rollo de nuevos perfiles de consumo, como los millennials, los homelanders (sujetos aún más pequeños y tecnológicos como lo será mi futuro bebé) baby boomers sobrantes y generaciones x o y, debemos tratar a las artes de venta dentro de técnicas cambiantes, como cada vez lo es más en el ámbito en el que nos desempeñamos profesionalmente ¿no creen?
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