En la actualidad tenemos una gran conexión con la información… la compartimos, la socializamos, la diseñamos, por lo tanto, nos involucramos más en generarle dinamismo. Desarrollamos mensajes, espacios y productos que se proyectan para que actúen e interactúen en su entorno. De inicio tienen que ser objetos, contenidos o productos que yo los llamaría de función o respuesta “bilateral”, es decir, que su interacción sea de ida y vuelta, en donde el binomio diseño/usuario genere algún tipo de acción/reacción para integrarse a la experiencia cotidiana del individuo, visto como un ente social. Pero en sí, ¿cómo es ese proceso? ¿Cómo se relaciona el diseño hoy? ¿Cómo es su lugar dentro de la sociedad? Bueno, el proceso empieza con la -proyección- del diseño, con su inserción a la cultura material de la audiencia. Esa inserción, como mencioné arriba, debe ser bilateral. Debe tener la posibilidad de generar un canal de retroalimentación. Y ésa es la clave: saber utilizar y objetivizar cada canal de comunicación al momento de lanzar el diseño a su ambiente. Aquí para poder continuar el proceso, debemos generar el insight… o dicho en otras palabras, debemos crear una percepción que logre la empatía de la audiencia. Seguido de la proyección está la –interacción- ¿Cómo utiliza nuestra audiencia la pieza de diseño? ¿Qué posibilidades tiene de reconfigurarse? ¿Qué alcance tuvo? ¿Podemos mejorar la expectativa? ¿Ha logrado empatía? ¿Puede haber un nuevo target? En fin, pueden surgir éstas y muchas otras preguntas porque es una etapa completa de investigación y de acercamiento a la realidad (contrastamos y analizamos con lo que habíamos planeado). Aquí el diseño deja de ser “nuestro”; el público EXPERIMENTA, vive el objeto. Una vez que se experimenta y se interactúa surge la –funcionalidad– . Teniendo una respuesta del público y una evaluación, debemos detectar ese aspecto funcional que perdurará más en la pieza (el lenguaje visual, el discurso, la lógica de interacción o cualquier elemento que llegue a su mente). Se analiza las alternativas de re-diseño o la idea de nuevos proyectos. Un ejemplo muy claro son las apps, en donde cada actualización ofrece elementos nuevos y conserva otros o a partir de lo que ya se había proyectado. La funcionalidad es que se perciba cada vez una mayor utilidad en las piezas de diseño; que conecten mejor con su público para que se relacionen mejor. Para finalizar, vemos que la relación del diseño ahora es más humana, más sociable, más dinámica. Busca resolver necesidades cada vez más específicas. Busca servir a más grupos sociales para estructurar o definir estilos de vida. Se ha vuelto una cultura que se envuelve en las distintas esferas que intervienen en el desarrollo de ciudades y países, como el campo económico, empresarial y de educación. Imagen cortesía de iStock
Comentarios