La frase de la fotografía que ilustra este post es una novela. Se dice que su origen tuvo lugar en algún momento de la década de 1920 y que se debió a una apuesta: Ernest Hemingway estaba almorzando con otros escritores y les apostó 10 dólares a que podía escribir una novela en seis palabras (en inglés, claro). Escribió en una servilleta esta frase terrible: “For sale, baby shoes, never worn”. Es decir, “En venta, zapatos de bebé, nunca usados”. Luego les pasó la servilleta a los demás y se dedicó a recolectar sus ganancias. No resulta absurdo atribuir a Hemingway la autoría de esta famosa novela en seis palabras. El norteamericano solía decir que si bien lo que se decía en una narración era importante, lo que no se decía lo era aún más. Esto se hace bastante evidente en sus novelas y cuentos, y queda muy claro en la breve novela del título, cuyas escasas palabras sugieren una tragedia espantosa. Pero según parece, el hecho de que lo haya escrito Hemingway es sólo una leyenda, y la verdad es otra. Ya desde principios del siglo 20, diferentes versiones de la novela de seis palabras habían ido apareciendo en diversos medios. En 1906 salió un aviso clasificado (!) en un diario, y decía “En venta, cochecito de bebé, nunca usado”. Otra versión se publicó en 1910 y otra más en 1917. Es posible que Hemingway, de manera consciente o no, haya tomado la historia de algún clasificado; el escritor, después de todo, trabajaba en diarios. Sin embargo, parece que fue un agente literario llamado Peter Miller quien inventó la anécdota y la publicó en el libro “Get Published! Get Produced!: A Literary Agent’s Tips on How to Sell Your Writing”. El mito de la apuesta y la novela de seis palabras creció: Arthur C. Clarke la repitió en un artículo de 1998, y el mismo Miller la volvió a incluir en otro libro. Hasta que en un ensayo escrito en 2012, Frederick A. Wright concluyó que no hay ninguna evidencia que conecte la historia con Hemingway. Sea como sea, esta breve novela parece haber creado el género de «la historia en seis palabras”, tan cultivado por minimalistas de todo el mundo y también por tuiteros que enfrentan con alegría el desafío de los 140 caracteres. En todo caso, es una prueba más de que una historia memorable puede surgir de cualquier lado. Y tener cualquier cantidad de palabras. (Fuente: openculture.com; imagen: jacks-attic.com)
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