Éramos casi veinte personas en una pequeña sala, ahí debería nacer LA IDEA para la siguiente campaña de lanzamiento. Pensando en que cada persona tiene diferentes perspectivas en la vida, intentamos unificar el concepto y obtener la más cercana al objetivo. Después de medio día de trabajo, ¿cómo logras sinergia entre tanta cabeza? Las famosas brainstorming por lo general siempre acaban definidas por el cliente y con el budget en la mano toma la decisión más apropiada. He tenido varias participaciones en estas maravillosas reuniones, pero en la mayoría he salido un tanto frustrada y asombrada porque es un hecho que todos llegamos creyendo tener la mejor idea. No quiero decir que todas han sido un fracaso, sin embargo sí ha sido complicado lidiar con el ego profesional de muchos que hacen más turbio el camino. Definitivamente brainstorming debería ser sinónimo de tolerancia y tener empatía con tu compañerito de pupitre “para beneficio de la campaña”. Existen muchos manuales y recomendaciones para cumplir las expectativas de estas reuniones, pero yo me atrevo a resumirlo en tan solo dos cosas, que no dejaría por nada en el mundo olvidadas en la mochila: el objetivo de la campaña y dejar el ego en la entrada. De ahí, el ambiente dónde quieran realizarlo ya es opcional. Esta técnica ha evolucionado por el paso del tiempo, incluso me atrevo a decir que se ha deformado y mejorado, al ser creada en 1938 tuvo que presentar algunas deficiencias 70 años después. Lo interesante es que aunque fue creada por Alex Faickney Osborn, vendedor y publicista creativo, hoy en día funciona en muchas áreas profesionales. Los seres humanos tendemos a ser “individuos” y lo pongo entre comillas porque a pesar de que nos define, es justo en eso dónde radican muchos de los conflictos, en el momento de relacionarnos, para llegar a algún acuerdo en nuestro grupo. Por definición de la RAE dice: Que no puede ser dividido y ¡es verdad! No pueden separar nuestras ideas de nuestro cuerpo y de nuestra alma, sin embargo este individuo tiene la capacidad de ser un individuo social y que, le guste o no, tendrá que llegar a acuerdos para poder entrar en un rol mandatorio por los mismos seres humanos. Y partiendo de lo anterior existe un loco que dictó justo un modelo para una comunicación efectiva entre las “masas” y que crece a raíz de la Segunda Guerra Mundial, donde analiza las técnicas de propaganda y discurso político. La fórmula de Harold Lasswell (“¿Quién dice qué?, ¿en qué canal?, ¿a quién?, ¿con qué efecto?”) hará que todo brainstorming sea un éxito y si nos vamos más allá, de lo que a publicidad corresponde, es muy probable que, entre seres humanos, con esto, logremos entendernos un poco más. Imagen cortesía de iStock
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