Amigos y colegas: Hoy en día me encuentro con la disyuntiva de si todo lo que hemos visto, leído, escuchado, dicho, acerca de la publicidad, nos ha saturado tanto pero tanto que ya no hay nada más para decir, o es que acaso ¿nos creemos lo suficientemente importantes como para seguir y seguir sobando ideas sin sentido?, imagínense nos hemos hasta burlado de nuestra pobre profesión, nos cabuleamos, hacemos tiras cómicas, libros enteros de cómo el publicista se las gasta (en su cubículo lleno de posters de los años 80 y rompecabezas raros de papel) imaginando, pensando si a este yogurt deslactosado le queda tal o cual frase “para venderse mejor”. Si hiciéramos un cálculo sencillo, en donde la variable fueran las horas que gastamos hablando de nosotros mismos vs. las horas que le dedicamos a ciencia cierta a hacer nuestra chamba, estoy segura que el resultado sería ¡ya pónganse a chambear! Incluso me atrevo a decirles que podríamos hacer hasta un festival sólo para publicistas, en donde el brief fuera: cómo el publicista habla de sí mismo, creo que llegarían piezas únicas, es más con tal de tirarle a la publicidad, muchos de nosotros, quienes incluso odiamos los festivales, haríamos hasta lo imposible por mandar nuestra versión ganadora. Compañeros, esto es un llamado de atención para todos ustedes, y yo me incluyo, si bien la publicidad no es nada del otro mundo, con ella no vamos a salvar vidas, no se acabarán los problemas ambientales, no se erradicarán las enfermedades y mucho menos haremos personas más felices, es la profesión que nos da de comer, es lo que escogimos para hacer todo el resto de nuestra vida y por lo menos mientras eso dure, los invito a verla con otros ojos, no nos clavemos pensando que con ella algo extraordinario va a ocurrir, más bien pensemos que es un oficio común y corriente como cualquier otro, como quien tiende camas o barre las calles, dejemos de hablar tanto de nosotros mismos y de cómo somos LOS PUBLICISTAS y tratemos de bajarla de nivel, cambiarla de giro, para que menos personas crean que ser publicista es lo máximo y ser cualquier otra cosa es lo mínimo, pues parte de ese pensamiento es el que nos ha llevado a la ruina. Imagen cortesía de iStock
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