Voy sentadito en el asiento 20 F camino a Miami para la junta semestral regional creativa de Saatchi y mientras me doy un desayuno consistente en un “croissant» (eufemismo para pedazo minúsculo de harina requeterrecontra procesada aplastado con una oblea de jamón, una de queso y un suspiro de aderezo tipo mayonesa apretado en egapack a manera de tamal de Bodega Aurrerá) una natilla de vainilla Lala y dos paquetitos de cacahuates Mafer de 17 gramos, me vino a la cabeza el más nuevo spot de radio del partido Nueva Alianza que recién había escuchado en la mañana en donde una locutora homenajea a las madres solteras con un final que dice “y las madres solteras, nos rompemos la madre” de una forma por demás orgullosa y no pude evitar que me hirviera la sangre.
No fue porque crea que las madres solteras no se merezcan un reconocimiento, para nada. Pero no así, no de “ellos”. De hecho no sé si fue porque tuve que esperar casi una hora para entrar al estacionamiento de la terminal 2 del aeropuerto (cosa que me parece terrible) o que perdí más de 20 minutos en el pinche mostrador “inteligente” de Aeroméxico que, después de hacer tooooodos los pasos que me pedía, poner mi número de pasaporte, vuelo, datos personales, datos del difunto Lucas y de mi pinche madre, tuvo a bien imprimirme un recibo de “error por favor pase con un representante de la línea aérea”, o que me tocó una familia con niños, abuelitos y todo su árbol genealógico en el área de rayos “x” lo cual me retrasó todavía más, o que en mi vuelo venía el periodista de espectáculos Horacio Poza y la gente no dejaba de verlo y cuchichearse entre sí como si tuvieran enfrente a Jesucristo resucitado, o que no dejaba de pensar en el triste alboroto nacional que habían armado “el chivo” y “el negro” (también son mis amigos personales, como presumen todos en la industria publicitaria y de producción del país) por haber arrasado en la entrega de los Óscares del domingo pasado, o porque se me olvidaron en casa mis súper audífonos “non-plus-ultra-mamadeur-extraordinaire-Bose-quiet-comfort-15» y entonces tuve que usar mis audífonos convencionales para escuchar música en el avión. No sé cuál fue la razón. El chiste es que me encabroné. Ya hacía varias semanas había comentado en un tuit, el amargue que me producía el primer spot de esta campaña idiótica que seguro todos recuerdan. Ese que nos pone un par de opciones para etiquetar a varias personas y “sorpresivamente” acabar etiquetando a esa persona con el color turquesa y al final, uno de ellos termina diciendo “a huevo” también de manera -según los subnormales del partido – súper orgullosa y cool. Pues bien, esto es lo que creo. Creo que la audiencia recibe el mensaje de las marcas de acuerdo a cómo percibe a esa marca en particular. En otras palabras menos rebuscadas: nosotros escuchamos a las marcas como si fueran nuestros amigos o conocidos. Y dependiendo de la relación que tengamos con ellas, independientemente de si creo que la filosofía de Lovemarks de Saatchi es buena o no (que creo que es buenísima) le aceptas de manera franca un mensaje (o no). O sea: todos los miembros y los 4 simpatizantes del partido Nueva Alianza deben pensar que sus radios son la campaña más fresca, más honesta y más guao no mames el campañón que hemos hecho. Pero a las otras decenas de millones restantes de mexicanos que respiramos en este país nos caga. Yo, Luis Elizalde la odio con cada poro de mi piel (que no es poca). Me parece de cuarta que un partidete sienta que tiene el derecho de “hablarnos de neta” “porque ellos son como nosotros”, “porque ellos sí nos entienden”, “porque ellos sí nos escuchan”. No. No. No y mil veces no. No lo compramos. Y aquí sí estoy hablando en plural porque te estoy incluyendo a ti y a ti y a miles de “tis” que no sólo no creen en los mensajes de los partidos políticos sino que nos molestan, nos ofenden y los creemos insultantes para nuestra inteligencia. Creemos que se burlan de nosotros y que estaría buenísimo que en lugar de decir “te aplaudimos” tratando de cubrir una cagada más del ególatra inútil que intenta gobernarnos o que pone al Alí Babá tabasqueño diciendo “les dije que nos iban a chingar por eso acá estoy yo con mis 40 ladrones en este nuevo partido que tú pagas para salvarte” o poniendo textos de adultos en bocas de niños preguntando ¿a poco no se puede cambiar al país? siendo que ellos mismos tuvieron 12 años para cambiarlo y nos ensartaron como pollo rostizado deCostco. Y estoy dejando a un lado la creatividad patética de la campaña turquesa porque creo que eso es lo menos relevante. Ya Babolat (la marca de productos para jugar tenis) podría hablarme en su comunicación de manera condescendiente o poco inteligente que a mí me daría lo mismo porque amo a esa marca. Y no importa lo que me diga, sus productos son tan buenos que han creado en mí la confianza para seguir consumiéndolos. No así los partidos políticos, que también son marcas de consumo. Su cinismo es abrumador. Sus actos han hablado tan fuerte durante tantos años, que no nos dejan escuchar sus palabras y sus “buenas intenciones”. Todos se han dedicado tan consistentemente a jodernos, que ahora, aunque se hagan los que entienden a las madres solteras, que hablen “komo chavo lokotrón”, aunque digan que por ellos ya no hay animales en los circos, y que a los secuestradores les van a dar condenas de hasta 100 años, aunque digan que son el rayo de esperanza, y que nos aplauden por “x” y “z”, no les creemos. A ninguno. No les creo yo y no les creen miles y miles de mexicanos. Lo malo es que seguimos tranquilazos tragando camote, viendo cómo nuestra economía no crece, cómo el dólar cada vez está más caro, cómo cada vez salen más casas de millones de pesos a servidores públicos de la actual administración, cómo regresan bienes mal habidos a los Raúles Salinas y a los “comosellamen”, y escuchando horas y horas de anuncios de radio ridículos y nadie hace nada. «Ruego porque tengamos el gobierno que nos merecemos» decía Alejandro González Iñárritu en su discurso de aceptación por mejor película paraBirdman (película que me parece maravillosa de cabo a rabo). Tristemente, creo que hasta hoy, este es el gobierno que nos merecemos.
Comentarios