Esa misma cara que has hecho al leer el título, esa misma la tenía yo cuando abrí un mail en dónde un cliente, a través del filtro de cuentas, me hacía este requerimiento con carácter de urgente. Lo leí, lo volví a leer y sé que suena como un cliché pero ahora sí me rasqué la cabeza. Lo primero que pensé fue “está mal expresado” y me acerqué con la ejecutiva de cuentas. Le pedí que me explicara qué es lo que quería el cliente a lo que me contestó: Pues lo que viene en el mail, la tipografía que estamos usando en alta, en bold y en azul. Surrealismo puro. Regresé a mi lugar y un minuto después el mail había sido enviado con el archivo de la tipografía. Me disponía a revisar una presentación cuando sonó el teléfono. Era ella, ¿Qué parte no entendiste? Hasta te lo expliqué, la necesito en alta, en bold y en azul. Colgó. Primero brotó una carcajada, en verdad no lo podía creer. Después un sentimiento de enojo. Tenía dos opciones, evidenciar su ignorancia ante el equipo, lo que nos llevaría a una de las tantas batallas épicas que suelen pasar entre cuentas y creativo o acercarme a ella y explicarle cómo funcionaba una tipografía. ¿Adivinen cuál elegí? Me levanté y fui a su escritorio, abrimos juntos el mail de la tipografía, la instalamos en su máquina y la probamos en Word. Resultados: Ella se dio cuenta que lo que estaba pidiendo no era correcto, que es tan maravillosa la instalación de la tipografía que no sólo puede hacer que las letras estén en altas (mayúsculas), en bold y en azul, sino también en bajas, en cursiva y hasta en rojo. Punto a mi favor. Esta batalla la gané por vía diplomática. ¿Y qué obtuve? Antes que nada cuide a mi hígado (después de tantas fiestas es lo mínimo que merece). También logré que mi ejecutiva confiará más y que si tenía una duda cuando “no supiera lo que estuviera pidiendo” se acercara a preguntar. Definitivamente entre cuentas y creativo siempre habrán desacuerdos y en muchos de ellos es porque “no estamos en la misma línea”. Nuestra decisión está entre sacar la espada o la palabra. Hay veces en que definitivamente se necesita la espada, pero esta no era una de ellas. Imagen cortesia de iStock
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