Cuando se habla de los “excesos” del rock progresivo o sinfónico, el primer nombre que surge como prueba irrefutable es el de Emerson, Lake & Palmer. Este trío, formado por el tecladista Keith Emerson, el bajista/guitarrista/cantante Greg Lake y el baterista Carl Palmer, grabó casi toda su obra en la década de 1970; esa obra se fue haciendo cada vez más ambiciosa, solemne y pretenciosa hasta que el público, no sin una gran dosis de sensatez, dejó de prestarle atención. Sin embargo, sus primeros cinco discos siguen estando entre lo mejor del género. Como sucede con los fanáticos, cada uno tiene su álbum preferido del grupo. Muchos eligen “Tarkus”, el segundo disco de la banda, que apareció en 1971. En mi caso se trata de “Brain Salad Surgery”, su quinto álbum, editado en 1973. Y no solo por la música, que incluye la suite “Karn Evil 9” y la famosa adaptación de la “Toccata” del argentino Alberto Ginastera, sino también por la tapa, creación del artista suizo H.R. Giger. Giger estaba pasando, según él mismo afirmó, “por su período más productivo y creativo como pintor”. Faltaban cinco años para su creación del monstruo en la película “Alien” (Ridley Scott, 1979) por lo que Giger era todavía casi un desconocido. Un artista underground, en suma. En ese momento recibió la noticia, de parte del promotor de Emerson, Lake & Palmer en Suiza, de que los músicos estaban interesados en encargarle la tapa de su próximo álbum. La banda estaba por tocar en Zurich y arreglaron para entrevistarse en el estudio del artista. Emerson recuerda su impresión al llegar: según él, las demenciales obras que vio le parecieron muy representativas de la música en la que estaban trabajando. El tecladista contó que el estudio no era más que una modesta casa pero al ingresar daba la sensación de estar en una catedral gótica. Giger no sólo había pintado todas las paredes con aerógrafo, sino que las había decorado con sus esculturas. La más curiosa de ellas había sido adosada a un inodoro del que salían brazos con la clara intención de atrapar al que se sentaba. Otro elemento que Giger consideraba “decorativo” era una siniestra colección de máscaras de gas. Emerson, excitado, convocó a Lake y a Palmer para que también visitaran el estudio de Giger. El bajista y el baterista no estaban demasiado convencidos, pero tenían que sacar el nuevo disco y no lograban definir la tapa, por lo que se pusieron de acuerdo en que dos de las obras de Giger, parte de un tríptico en el que estaba trabajando, resultaban muy adecuadas. Le informaron al artista que el álbum se iba a llamar “Whip Some Skull On Ya”, una extraña y medio intraducible frase cuyo verdadero significado era el acto de la felación. El suizo consideró que, para representar ese acto sexual, lo más lógico sería combinar labios, penes y calaveras. (Convengamos en que esta combinación sólo le podía parecer lógica a alguien como Giger.) Otro artista gráfico que trabajaba con la banda había tenido la idea de que la tapa se abriera por el medio, como un portón, lo que luego les traería problemas cuando las disquerías dispusieron los álbumes en pilas. Al contemplar el arte final de Giger, los músicos quedaron encantados. Pero le informaron al suizo que el nombre del disco había cambiado: ahora se llamaba “Brain Salad Surgery”, expresión tomada de una canción de Dr. John. Emerson recuerda que Giger casi se desmaya ante la noticia, que parecía un abrupto y radical cambio de brief, por lo que se apresuró a aclararle que el nuevo título también significaba “felación”, a esta altura claramente una obsesión de los músicos; el diseño, entonces, seguía siendo apropiado. Sin embargo algo iba a tener que cambiar, ya que el artista había incluido un objeto inequívocamente fálico (bueno, un pene) junto a la boca de una mujer cuya cara entera se veía recién al abrir el disco; con la tapa cerrada sólo se veía la boca junto con una calavera y una serie de objetos mecánicos. Después de largas discusiones con la compañía discográfica, Giger accedió a “bajarle el tono” a ese objeto hasta convertirlo en poco más que una insinuación luminosa, que se ve con bastante claridad en la tapa. Parte de la impresión se realizó en tintas metálicas, respondiendo al deseo del artista; pero en Suiza le encargaron el trabajo a una imprenta especializada en pornografía (!) por lo que, como aparentemente solían hacer en esa industria, le agregaron demasiado rojo. Giger se quejó luego de que la tapa había quedado impresa en “un color marrón como el de la mierda de vaca”. Más allá de estos pequeños tropiezos, la relación entre el artista y los músicos siguió siendo excelente, y todos recordaron la experiencia de trabajar juntos como muy fluida y placentera. Sus respectivas narraciones sobre la colaboración aparecen en sus websites. Y el disco tuvo su edición “40º aniversario” hace poco. Buena excusa para escucharlo y, de paso, volver a admirar la tapa, en cierto modo creada por Giger antes de convertirse en Giger.
Comentarios