Siempre se ha hablado de “maldiciones” que rodean a determinadas películas, en general de terror. Hay quienes atribuyen a una maldición el hecho de que Linda Blair, la protagonista de “El Exorcista”, no haya podido construir una carrera en Hollywood (el motivo real es que no era muy buena actriz); otros cuentan que durante la filmación de esa película sucedieron cosas raras e imposibles de explicar a menos que se recurra a la presencia del mismísimo demonio. Están los que sostienen que la pequeña actriz de “Poltergeist” y sus secuelas, Heather O’Rourke, murió debido a las fuerzas sobrenaturales descritas en la película (en realidad murió por la Enfermedad de Crohn, una inflamación crónica del intestino). En definitiva, cuando se habla de una película “maldita”, se alude a quienes la hicieron –tanto actores como equipo técnico– o a quienes la vieron. La maldición de “Blade Runner” es otra cosa. Es publicitaria. Como todos saben, o deberían saber, no es una película de terror sino un thriller de ciencia ficción que se hizo en 1982 pero transcurre en 2019. Y la leyenda de la Maldición asegura que todas o casi todas las marcas cuyos logos se ven en el filme tuvieron problemas; en algunos casos, esos problemas fueron tan serios que terminaron en su desaparición. Es curioso: la presencia de estas marcas se debía a su inmensa popularidad en aquel entonces; popularidad que, según “Blade Runner”, seguiría vigente casi 40 años después. En la mayoría de los casos, no fue así. Atari, por ejemplo, de presencia prominente en el filme, era el líder indiscutido en el mercado de los videojuegos en 1982, pero al año siguiente la industria sufrió un gran retroceso; en la década de 1990, Atari ya casi no existía como empresa. Dos marcas, Pan Am y Cuisinart, se declararon en bancarrota menos de 10 años después de su “placement” en la película. Cuisinart lo hizo en 1989, aunque sobrevive hoy con nuevos dueños. Pan Am quebró en 1991 luego de una década de enormes pérdidas durante la cual, encima, sufrió el ataque terrorista de su vuelo 103. El mismo año del estreno de la película, el monopolio que ejercía la empresa Bell System fue desarmado, y como resultado todas las operaciones Bell regionales cambiaron sus nombres y se fusionaron entre sí y con otras empresas para crear AT&T. La compañía RCA, en aquella época un verdadero coloso de la industria electrónica y de comunicaciones, fue comprada y desmantelada por General Electric. La KOSS Corporation, cuyo logo aparece al principio del filme, padeció la Maldición muchos años después, cuando en 2010 se descubrió que su Director Financiero los había desfalcado por 34 millones de dólares. El caso de Coca-Cola es singular: muy poco tiempo después de aparecer en “Blade Runner”, en 1985, la marca presentó su New Coke, el fracaso más estrepitoso en la larga historia de la empresa. Sin embargo, poco después Coca-Cola se recuperó de sus pérdidas y volvió a ganar el mercado que se le había escapado. ¿Hay alguna marca a la que le haya ido bien después de figurar en “Blade Runner”? Sí: se trata de la cerveza Tsingtao, una de cuyas botellas compra en la calle Deckard, el personaje de Harrison Ford. El producto es una cerveza china real que se elabora desde 1903, y a pesar de la Maldición de “Blade Runner”, sigue estando entre las más vendidas de su país. Hace muy poco, la Maldición parece haber excedido los límites de las marcas para alcanzar a su protagonista. Se anunció que Harrison Ford iba a participar en la demorada secuela de la película y, casi de inmediato, el actor casi se mata piloteando su propio avión. Es una estupidez creer en esta clase de leyendas, desde luego. Pero está muy bien usar a la Maldición publicitaria como excusa para volver a ver esa maravillosa e irrepetible película que es “Blade Runner”.
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