Parte del quehacer de un publicista está en escuchar lo que sucede. Parar la oreja, darte el tiempo de entender por qué se dice tal o cual cosa sobre un tema, eso y no tener alma. Así como lo leen, porque somos malditos (lo puse en el título pero se los repito por aquello del no te entumas). No tenemos alma porque planeamos maquiavélicamente cómo enganchar a la pobre gente que está allá afuera, gente como nosotros, pero al parecer con menor capacidad de juicio y la engatusamos para enfrascarse en un ciclo que no tiene fin, el ciclo de comprar objetos que no necesita. Somos malos. Malos en serio. Generamos mensajes subliminales, montamos imágenes escondidas que hablan de sexo y mentimos para hacer una venta. Así de malos somos. Muy malos en verdad. De hecho, existe un espacio en el infierno especialmente reservado para nosotros. Ahí en donde nos llegarán órdenes de trabajo sin brief, mails de cuentas sin objetivo o juntas de estatus sin final. Abusados. Hace meses una persona, de esas que son radicales, me decía que nosotros somos personas perversas por generar necesidades ¿Cómo puedes tener paz? Decía. Si usted me conoce o me ha visto puede imaginarse que no pude contener la risa, mi respuesta se la comparto a continuación. Nosotros, los publicistas, efectivamente tenemos una maldición, trabajamos de manera anónima para empresas que se llevan todo el crédito, hoy más que antes, la vanidad es el motor que engrasa las ruedas de nuestra gran industria y esa vanidad se alimenta por seguidores, trofeos, posiciones, ofertas. Todo eso que amamos. Todo eso que no es la publicidad sino su alter ego. Somos malditos porque trabajamos detrás de un anuncio que debe llamar la atención y pegarte una patada en los ojos para que nos consideres, malditos por estar detrás del audio de un radio que necesita seducir tu oído para que en lugar de escuchar el claxon del de atrás te podamos hacer reír por 20 segundos. Malditos por sentir tu Fast forward al momento de saltar los anuncios con tu sistema de Televisión preferido. Malditos. Existimos sin que nos veas. Así de malditos estamos. Si piensas que somos malditos por engañar a la gente, si somos engendros del mal por ofrecerle algo que no necesita, creo que debemos plantear el señalamiento de otra forma. ¿A caso la gente no tiene criterio? Son tan básicos que no pueden diferenciar entre lo que quieren y necesitan, la parte reptiliana es tan grande o potente como para dejar atrás la razón. No podemos culpar a una industria por el comportamiento de millones, es irracional, sin sustento. El sistema basado en capital, si es justo o no, es una discusión completamente aparte, nosotros comunicamos y presentamos los productos o servicios que han confiado en nosotros, esos que le dan trabajo a la gente y felicidad a muchos otros, entiendo que el sistema del capital es obsoleto, pero la publicidad no es su sicario, maldito señalamiento radical. Maldito. La gente en mi país debe preguntarse ¿Lo necesito? ¿Lo puedo pagar? ¿Realmente es algo que me beneficia tener? Debemos respetar la inteligencia de la gente y aceptar sus decisiones, las personas no son tontas, la verdad nosotros tampoco somos sonsacadores. Creo que hoy el mercado latino es joven, pero dentro de su juventud existe la capacidad de juicio, en caso de no existir pues tenemos un grave problema que se escapa de nuestras manos.
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