Si algo siempre me ha encantado de la publicidad, es lo increíblemente parecida que puede llegar a ser con la vida real. Si te pones a pensar, puedes encontrar tantas semejanzas como se te dé la gana y no es ninguna coincidencia, porque en realidad la publicidad nace, se desarrolla e incluso muere con la gente. Para explicar mejor este suceso, quisiera mostrarte un caso. En muchas ocasiones, llegamos a pensar que la respuesta que recibimos fue incorrecta, pero no nos paramos a pensar en que tal vez no hubiera sido incorrecta, si desde la pregunta hubiéramos planteado bien las cosas. Como por ejemplo, cuando un hombre quiere hablar con una chica: la primera pregunta es vital, desde su forma hasta su contenido. Si no la plantea bien, seguramente recibirá ese espantoso rechazo. Y este es el momento en el que tú me preguntas qué tiene que ver esto con Publicidad y es cuando yo te respondo que absolutamente todo, porque aunque no lo creas, toda campaña publicitaria empezó con al menos una pregunta: ¿qué problema queremos resolver? Las siguientes dependen de a lo que nosotros nos gusta llamar el brief. Debo decirte que yo amo todo lo que tenga que ver con el brief, porque siento que sintetiza perfectamente una filosofía de vida que tenemos que tener siempre presente: si algo empieza mal, seguramente terminará mal (a menos claro, que tengas mucha pero mucha suerte). Y también nos explica la importancia de saber qué preguntar, porque si no recabamos lo que necesitamos saber de las personas y no encontramos ese punto clave para dar con the big idea, nunca llegaremos a nada. Es por esa razón, que en realidad no existen malas campañas de publicidad, sino malos entrevistadores, publicistas que no supieron preguntar y que al recibir respuestas incorrectas, crearon conceptos malos, con ejecuciones aún más mediocres. Es como una cadena de error tras error, que ya sabemos en dónde comenzó y en dónde se pudieron enmendar las cosas. Finalmente, aquel que pregunta no es ignorante sino que tiene las suficientes agallas para reconocer que le falta por saber algo, y al final ese valiente es al que mejor le va. Así que no, no creo que existan preguntas malas ni tontas como dicen los maestros, pero sí las que son la clave para dar con eso que estás buscando. Imagen cortesía de iStock
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