Era septiembre del 2002 y yo empezaba en mi puesto como trainee de copy sin que me pagaran un peso. En ese momento el dinero era lo de menos. Me importaba que estaba en la mejor agencia de la ciudad (en ese entonces), me importaba que mi jefe y prácticamente todo el equipo eran de las grandes ligas. Algunos chilangos, otros colombianos, guatemaltecos o venezolanos, y lo más importante: Todos ganadores de premios, todos de grandes agencias y grandes marcas. Teníamos un equipo de lujo, oficinas chingonas y cuentas envidiables. Así fueron mis primeros 6 meses, intensos, de mucho aprendizaje, peloteos, desveladas, comidas y cenas en las salas de juntas, hasta que finalmente brinqué al siguiente escalón: ¡Copy Junior! (Yuppi!) y con eso un fabuloso sueldo de $1500 pesos mensuales. Luego, como se acostumbra en esta chamba, cambié de agencia. Con la gran diferencia de que acá me pagaban más, mucho más, casi 3 veces mi primer sueldo. Uno esperaría que con el dinero vinieran también grandes cosas, grandes campañas, pero en mi caso no fue así. Esos tres meses fueron los más miserables de mi vida, tan miserables que ni siquiera mis ganas de hacer publicidad me ayudaban. Las razones eran muchas, pero ese no es el punto de toda esta historia, a lo que quiero llegar es al título de este post: El cochino dinero. No hay que dejarse llevar por la lana, especialmente si vas empezando, decídete por una agencia que te guste, que te inspire, una con un equipo que te haga ser mejor, una donde puedas hacer un book chingón que entonces sí te permitirá pedir las perlas de la Virgen. Si le echas ganas a tu trabajo y le sacas todo el provecho posible a la gente que está alrededor de ti, el dinero caerá solito, y si no… pues a seguirle dando. Algo básico que a mi gusto debe tener un gran creativo es humildad, en la medida que le pegues menos a la mamada créeme que te va a ir mejor.
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