Recuerdo aquellos bares noventeros oscuros, pantallas proyectando videos de Radiohead, guitarras estridentes, personajes oscuros. Desperté en este milenio escuchando Liztomanía; no sé qué pasó en medio, donde se quedó la depresión de Billy Corgan o las adicciones de David Gahan, solo sé que todo ha mutado. Revisando lo mejor de los spots publicitarios del Súper Bowl, encuentro a la publicidad contagiada, lo que en los 90’s era irónico, ahora es emocional. La neurosis de nuestra era es ser feliz y luego ser responsable. La tendencia de esta época clarificó algunas conciencias, oportunidad para que las marcas expresen en sus campañas su preocupación por temas adicionales al posicionamiento; me imagino a los creativos de los spots Reebok, McDonald’s, Always, Coca Cola diciendo – Tengo que decir algo más, tengo que decir algo más –. Es más que buenas intenciones, ya hemos visto grandes negocios existir gracias a la Responsabilidad Social, qué mejor ejemplo que buscar el CRIT más cercano; sin embargo, en México seguimos llegando tarde al juego de conectar puntos para generar impacto social; quien logre jugarlo con la mayor creatividad asociando a su marca, será el ganador. Crear una campaña de responsabilidad es una oportunidad de trascendencia más que un deseo altruista, sumarle innovación, tecnología y volver esa campaña un negocio adicional es redondear todas las intenciones. Para comunicarlo hay que ser creativo, y ahí sí que no cualquiera.
Comentarios