Cada que viajo exprimo mis días lo más que pueda. No importa que el lugar sea repetido, siempre encuentro cosas nuevas que ver, conceptos que entiendo mejor y otros que no vuelvo a repasar. Para muchos, viajar es la oportunidad de refrescar la mente, de darle herramientas para resolver un problema y resultar con algo diferente y moderno. Empecé a ver Marco Polo, la nueva serie de Netflix, y a pesar de solo haber visto 4 capítulos, tengo razón. No necesito ver toda la serie para saber que Marco Polo fue un gran explorador que descubrió rutas, conoció idiomas y dejó un legado. Viajó para vivir y no al revés. En este post quiero ceder el contenido a personas que han viajado más que yo, para que nos cuenten cómo han mejorado en sus profesiones gracias a los viajes que han hecho. Aclaro que el orden no es jerárquico ni las experiencias más que las demás. Carlos Lacos: Lic. en Comunicación. Recuerdo mis primeros viajes, a las ciudades en las que tenía familia, por unos días, mi mundo se volvía más grande, era pequeño, así que todo me parecía una gran aventura. La primera vez que viajé fuera de casa, solo, del otro lado del mundo, metí todos mis miedos, sueños, pasado, hogar, en una maleta. Al volver a casa, comenzó el recuento de los “daños”. Descubrí que el mundo es muy pequeño, que puedo ser capaz de sobrevivir. Todos, nadie, ni yo, reconocían al que se había ido, y mucho menos a quién había llegado, ¿el saldo? Un niño callado, penoso, introvertido, que no se atrevía a hablar con extraños, que se perdía constantemente al salir de casa, que era desorganizado a más no poder, se había quedado de aquél lado, olvidado, y no apareció jamás. Ahora, viajo cada que puedo (quiero) para probarme a mí mismo, para superar al que creo que soy, para darme cuenta que aún hay más por hacer, y es que es tan sencillo como yo lo decida. Viajo para probarme trajes, vidas, para ganar experiencia, historias, para reconocerme, y crear sueños que sean más grandes y me muevan para hacerlos realidad. Para conocer más de Carlos, mira sus viajes aquí Gema Molina: Arquitecta. Siempre me sentí muy atraída a todo lo relacionado con las grandes civilizaciones antiguas. En la escuela, mis clases favoritas eran historia y geografía. Había algo enigmático en la distancia abismal que se abría entre el “aquí y ahora” y todo lo que había pasado hacía tanto tiempo atrás, en un lugar tan lejano. Mi imaginación viajaba, pensando cómo pudo haber sido el esplendor de aquellas ciudades, sus habitantes, su vestimenta, su vida cotidiana y, sobre todo, la arquitectura. Desde pequeña, supe con certeza a qué iba a dedicarme el resto de mi vida. A temprana edad, comencé a formar en mi mente las metas que me irían convirtiendo en la persona que soy ahora. Una de ellas era, precisamente, viajar. Mi plan de vida nunca estuvo predestinado a cumplir el ciclo común de nacer, crecer, reproducirse y morir. ¿Dónde queda la parte de vivir? A los 20 años me dispuse a no dejar pasar la oportunidad que la inspiración y la juventud me brindaban, y realicé mi primer viaje al extranjero, en 2007. A partir de entonces, descubrí la felicidad, no aquella que es efímera y se obtiene cuando nos compramos ropa nueva, un gadget o hasta un automóvil, sino la que queda por siempre en la memoria, la que nunca nadie podrá arrebatarme jamás. No ha sido fácil que quienes me conocen entiendan lo que viajar significa para mí. Se me ha juzgado como alguien que no quiere comprometerse con el porvenir, con quienes me rodean y con el trabajo. Pero por el contrario, mi profesión requiere de otro enfoque, de entender las necesidades de las personas y su relación con los edificios en los que habitan y se desarrollan; he admirado majestuosas obras de arte e ingeniería, que hablan de la grandeza del ser humano, y también he notado cómo éste es capaz de volver al punto de satisfacer sus necesidades más básicas, en condiciones adversas. Y esto, a la hora de diseñar, me ha resultado invaluable, porque es un conocimiento que no se adquiere en ninguna institución ni escuela, y es una imagen que no se aprecia a través de las postales. Para conocer más de Gema, puedes leer su blog de viajes Yoselin Pérez: T.S.U. Gastronomía en el Área de Seguridad Alimentaria / Grado Asociado en Administración Internacional de Empresas de Hospitalidad, Turismo y Gastronomía. ¿Beneficios de viajar? Infinitos diría yo, al menos en mi caso cada viaje me ha ilustrado; el solo salir de la rutina y cotidianidad te inspira y pone a tu cerebro en un plano distinto en el que seguro se expresará de manera más creativa. En lo personal, con una carrera ligada al turismo, hotelería y sobre todo alimentos y bebidas, cada escape de la ciudad por cerca o lejos que éste sea, me ha nutrido y culturizado, me ha mostrado mil sabores, texturas y colores, me ha hecho comprender el origen de mis costumbres y la de otros lugares, ver cómo puedo mezclar mis tradiciones y fusionarlas con las nuevas, poner elementos tan autóctonos de mi tierra y juntarlos con la modernidad de una ciudad cosmopolita, y es así como me ayuda a crear un nuevo plato, una nueva receta y montajes que fueron inspirados o representan lugares o personas. Desde la idea de usar un producto y someterlo a cocción en un fogón hasta el método “sous vide”, algo que quizá nunca hubiera imaginado antes. A esto le puedo sumar las personas que he conocido, y si bien hemos escuchado la frase “cada cabeza es un mundo” es porque es verdad, o al menos yo lo creo así. Cada persona que conoces puede mostrarte otra perspectiva de lo que ya tenías establecido, pueden llevarte a una nueva experiencia o aventura. De esta manera me he relacionado y conocido a chefs de otros lugares con vasta experiencia que me han apoyado al desarrollar proyectos o pulir ideas, amistades de personas tan sencillas que terminan siendo dueños o socios de hoteles. La más reciente de todas y que tengo el placer de compartirles, que desde una ciudad al otro lado del país, recibí por parte de una amistad del medio gastronómico que conocí durante un viaje, una propuesta de ayudar en el desarrollo de recetas para el área de banquetes de un hotel. Este tipo de situaciones son las que día a día me siguen motivando, y no cabe duda que estas amistades en el futuro me serán de muchísima más ayuda, sobre todo cuando recibes antes de terminar la carrera, propuestas de trabajo. El idioma sería un factor que remarcaría en este caso, si tienes la oportunidad de hablar otro idioma y visitas un lugar donde puedas ponerlo en práctica, la gente tiende a ser agradecida con el esfuerzo que haces al intentar comunicarte, aunque no lo hables bien, esto me sucedió por primera vez cuanto tenía 14 años y ya pensaba en lo emocionante de estudiar y vivir de una carrera como ésta. El conocer otros lugares me ha hecho ver todo a través de otros ojos, de otros razonamientos, a través de un plato, una bebida, de esos nuevos ingredientes, vestimentas, bailes o artefactos que me han inspirado y estimulado a quitar barreras mentales. Me han hecho pensar, comprender y entender que lo que sé y conozco hasta ahora no es nada comparado con lo que el mundo me ofrece allá afuera. Para conocer más de Yoselin, puedes leer más en su blog Como leen, estas experiencias comprueban que los viajes nos ayudan a conocer nuevos alcances, a aprender diferentes maneras de realizar nuestro trabajo y a darnos cuenta que una sola plática nos nutre e inspira a crear con ingredientes nuevos. No importa la profesión que ejerzas o estés aprendiendo, viajar es un aditamento que impulsará tus conocimientos. Tampoco importa el destino, puedes viajar de tu casa al trabajo o escuela viendo la misma calle con otra mirada, comprueba que cada espacio se renueva dependiendo la intención y trata de disfrutar cada salida y llegada. Saludos. AUTOR Daniel Toledo
Soy @eljimmytoledo y me gustará conocer sus comentarios.
Comentarios