Cómo me gusta la época navideña. Esta época es maravillosa, porque en ella tenemos oportunidad de hacer un alto y reflexionar sobre lo que hemos hecho a lo largo del año, empezamos a sentir nostalgia y al mismo tiempo entusiasmo por el futuro. Nos trazamos nuevas metas, visualizamos caminos que queremos recorrer, enlistamos nuestros propósitos y empezamos a sentir esa nueva esperanza, porque nos decimos que lo mejor aún está por venir. Pero lo que más me gusta no es el Cuento de Navidad, no, lo que más me gusta es el Cuento de Marketing. Para los que somos religiosos, en específico Católicos o Cristianos, es bastante sencillo, celebramos la llegada del nacimiento de Jesús. Es momento de reflexión, tiempo para convivir con nuestros seres queridos y vivir una tranquila noche de paz. Pero para los que somos consumidores, la historia es un poco diferente. Me parece impresionante todo el motor que todas las diferentes industrias ponen en marcha para generar el esfuerzo más grande del año por llevarse toda esa derrama económica que saben que está en nuestras humildes carteras. Así es, la buena noticia es que tenemos un poco de dinero en los bolsillos, la mala noticia es que nadie quiere quedarse con las manos vacías y todos quieren tu dinero. No solo el que tienes, sino el que aún no tienes. Todo mundo sabe que traes un poco de dinero en los bolsillos. Tus compañeros de trabajo lo saben, tu jefe lo sabe, tu pareja lo sabe, tus papás lo saben, pero quien en especial lo sabe es la señora que vende cosas en los pasillos, presionada por el mercader dueño del estanquillo o la isla dentro de un centro comercial. Me encanta la manera en cómo el marketing se dirige a las emociones, los trabajos de comunicación son impecables. Despiertan esas emociones que completamente asaltan a tus sentidos y hacen que te acuerdes de todos. Tengo que comprarle algo a mi mamá, a mi abuelita, a mi novia, a la familia de mi novia, al primo, al tío, al abuelo, a los sobrinos, a los compañeros de trabajo, en fin. Soy Santa Claus. Mi recomendación es, si quieres mantenerte alejado de toda clase de estímulos a tus sentidos que buscan como respuesta hacerte ver obligado a desprenderte hasta de ese último peso, y hasta comprometer tu ingreso futuro mediante una compra a crédito, no acudas a ninguna parte, no vayas al centro, no vayas al súper, no vayas al centro comercial. Todo está diseñado para que salgas de ahí sin un solo peso. Confía en mí, sé de lo que hablo (A eso me dedico). Desafortunadamente, también tenemos al enemigo en casa, antes bastaba con apagar la radio y la televisión, pero el Internet también está lleno de invitaciones. Acabo de abrir mi correo y encuentro doscientos correos en mi bandeja de entrada, doscientos correos, ¡Wow! tengo muchos amigos que me quieren saludar, me pongo a leer y encuentro que son correos de Walmart, HEB, Soriana, Liverpool, Vivaaerobus, Palacio de Hierro, SEARS, Home Depot, Santander, Aeroméxico, Best Buy, Iusacell, Telcel, Apple Store, en fin. No necesito nada, pero lo quiero todo. En fin, no puedo hacer nada para resistirme a todo este encantador esfuerzo de la mercadotecnia, parafraseando al gran escritor Oscar Wilde “la mejor manera de evitar la tentación es caer en ella”. Así que, me entregaré una vez más a los placeres del consumismo, total, tenemos todo el año para pagar la tarjeta de crédito y si las cosas se complican y la carreta se atora, en enero el Monte de Piedad nos esperará con los brazos abiertos. AUTOR
Erick David Mejia Cantú
Licenciado en Marketing, Escritor y Dibujante de Cómics. Se puede decir que nunca he trabajado, por que lo que hago es tan divertido, que no se le puede llamar trabajo.
Imagen cortesía de iStock
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