Existen películas que te marcan de una forma u otra, así como hay otras que las odias desde el momento en que las terminas de ver. “500 días con ella” pertenece a la segunda categoría que antes mencioné. La odié desde el minuto en que descubrí que Summer iba a ser la villana de la película; que como decían al principio, no era una historia de amor, sino todo lo contrario: una de desamor de muy mal gusto. Tuvo que transcurrir mucho tiempo para que le diera otra oportunidad y luego necesité verla un par de veces más, para darme cuenta que se había convertido en mi favorita. La transición entre el odio al amor fue paulatina, como cuando te enamoras de alguien a quien no soportas a primera vista. Hoy estoy aquí para compartirte el por qué creo que 500 days of Summer es una película que debes ver, al menos una vez en tu vida. Porque al final, podrás odiar, maldecir y desear la muerte a Summer, pero no puedes negar, que detrás de su historia, contiene mucha verdad y aquí estoy yo para explicarte por qué: Nos han vendido una falsa historia del amor. El mundo de las películas nos ha inundado de un sinfín de historias románticas idealistas que sabemos que en realidad no suceden. Ésta, a diferencia de otras, nos muestra la verdadera cara del enamoramiento. Sí, una mucho más realista. Nos enseña que el amor no se planea, que aparece un día sin que puedas explicarlo y se instala en algún lugar cómodo que encuentra dentro de tu corazón. Para mi gusto, creo que todos hemos sido Tom Hansen al menos en algún momento de nuestra vida. Nuestro amor no ha sido correspondido o no ha terminado como planeábamos y la verdad es que, no creo que seamos del todo culpables de esto. Pienso que simplemente seguimos lo que nos dice nuestro corazón y es parte de la vida aprender que no todo sale como lo planeamos. La vida te cambia. Amigos, es válido cambiar de opinión. Es parte del ciclo de la vida. Habrán golpes que te destrocen pero que más que lastimarte, te forjan carácter y creo que es lo que más te desconcierta de esta película: Los protagonistas comienzan siendo personas sumamente opuestas, con perspectivas bastante claras acerca de la vida y de la noche a la mañana, su mundo da un giro y los pone en un lugar totalmente diferente. Pero finalmente, son estas vueltas las que hacen interesante nuestro trayecto, porque nos hacen darnos cuenta que no somos perfectos y que tal vez ese otro lado de la moneda, no es tan malo como pensábamos. En serio, déjalo ir. Algo que debo confesar, es que una de las cosas que más me ha costado hacer en mi vida, es dejar ir. Creo que es algo que viene dentro de nuestra sangre, que va tatuado tan profundamente dentro de nosotros que ni siquiera lo percibimos pero que nos lastima, porque duele soltar a las personas, duele soltar un trabajo o una ciudad. Después de un tiempo comprendí, que tal vez por eso me molestó tanto el final de la película la primera vez que la vi y es la razón por la que tal vez odiamos a Summer: porque nos cuesta mucho aceptar que las cosas terminan, que nos aferramos tanto por querer hacerlas funcionar y no nos damos cuenta de que ya forzamos tanto la liga, que está rota. Ojalá pudiera escribirte 500 lecciones que Summer me enseñó, pero prefiero que tú encuentres las propias. Estoy segura que puedes descubrir muchas más que yo e incluso diferentes a las mías y creo que esa es la magia del cine y de las perspectivas. Hoy, ésta es mi película favorita, porque he aprendido mucho más de la vida en ella, que en cualquier otra cosa que me rodea. Porque sé que todos en algún momento seremos un “Tom Hansen”, ése que tiene miedo de aceptar que algo llegó a su fin o que se aferra a un trabajo que no le apasiona. Puede que llegue el día donde desaparezca una “Summer” de nuestra vida y nos obligue a cambiar todo en ella a pesar de no saber cómo hacerlo. Y el día que eso suceda, te pido que le agradezcas a este singular personaje por haber aparecido en tu vida, pero más que por haber estado en ella, por haberse salido. De este tipo de personas es de quienes aprendemos más y nos dan a lo que mi papá le gusta llamar “heridas de guerra”, porque son simples cicatrices, que cumplen un objetivo mucho más increíble que los pequeños rasguños que dejan y es el de renovarnos. Así que no huyas de este tipo de personas, no tengas miedo de enamorarte y de acabar con el corazón roto. Después de todo, el ser humano tiene la capacidad de reconstruirse una y otra vez hasta encontrar una versión de él que nunca imaginó, pero que es mucho más increíble de lo que pensó. Llegará el día en que recuerdes a “esa Summer” y agradecerás el momento en que apareció y se fue de tu vida, porque aunque no lo creas, ella hizo de ti una mejor persona.
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