Quienes me han leído saben que uno de mis grandes placeres de la vida es jugar tenis. Me gusta tanto que podría jugar todos los días, perder todos los días y yo seguiría feliz.
Bueno, pues les cuento que acabo de comprar un juguetazo: una raqueta inteligente de Babolat. Babolat es una de las marcas que yo AMO. Sí, no “me gusta” no “está chingona”, no “está padre”, la amo. Por sus diseños y por todo lo que representa en este deporte. Desde chiquito era mi sueño poder jugar con una de esas raquetas. Pero obvio eran muy caras y yo me tenía que aguantar a jugar con Wilson o Prince.
Quienes saben de marketing, saben lo difícil que es convertirse en una marca amada por los consumidores. De hecho, en algunas de las pláticas que he dado, justo hablo de que, todos los que nos dedicamos de alguna u otra forma a la publicidad y la mercadotecnia deberíamos apuntar a que los productos con los que trabajamos se conviertan en marcas indispensables para nuestros consumidores. Marcas adoradas, veneradas. Marcas irresistibles para todos. Esta es la filosofía de Saatchi. Llenar de Lovemarks el mundo. Filosofía con la que estoy 100% de acuerdo, incluso mucho antes de entrar a Saatchi.
Pues eso, la raqueta me costó una lana, pero tiene integrado un chip y un sistema que mide TODO. Y cuando digo todo es todo. Bajas una app a tuiphone y te dice cómo le pegas a tu derecha, a tu revés, con qué topspin le das, con qué potencia, con qué slice, cuántos smashes, cuántos primeros servicios hiciste, con qué efecto. Por supuesto que tiene una comunidad enorme de jugadores con los que puedes comparar tus habilidades e incluso, retar a un duelo.
No sé si la raqueta me va a hacer mejor jugador. (Yo digo que sí) pero ¿saben qué? no importa, porque el simple hecho de tenerla, ya me hace sentir como Roger Federer. Y de eso se trata la relación de una marca con su consumidor. De hacerlo sentir increíble.
Obvio pagué mucho más finero de lo normal por una raqueta. Pero cuando uno está enamorado, el dinero muchas veces no es un obstáculo importante.
Babolat: Definitivamente, una de mis Lovemarks.
¿Cuáles son las suyas?
Imagen cortesía de iStock
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