Hablar del cómic y de su estética es hablar de las primeras expresiones que tuvieron lugar en la historia de la humanidad. Desde históricas batallas libradas en gloriosos campos, hasta pasajes bíblicos, podemos hacer referencia a historias representadas por medio de ilustraciones con un lenguaje particular, el cual ha ido creciendo y encontrando de manera cada vez más clara su propia forma de expresarse y manifestarse. Con el paso de los años este medio desarrolló habilidades que le dieron un lugar y espacio dentro de los lenguajes visuales. Fue capaz de desarrollar su propia estética, un lenguaje que le dio un sello único, separándolo de otras expresiones estéticas. En el presente, es un medio reconocido, valorado por unos, rechazado por otros, pero que cada día crece, se desarrolla a través de obras que le dan prestigio y consolidan su posición como un lenguaje estético original, encontrando nuevos caminos que le permiten multiplicarse, extenderse y crecer. Este arte despertó en mi la apreciación y gusto por la ilustración, el diseño y contar historias, antes de siquiera saber que podía hacer una carrera y vivir de ello, fue el llamado arte secuencial, quien me enseñó cinco cosas que considero fueron de gran importancia en mi crecimiento personal y profesional.
- Idea y Concepto
- Forma y aplicación
- Estilo y género
- Estructura y contenido
- Acabados y producción
- Idea y concepto
Al igual que un cómic, un diseño puede ser juzgado, de hecho, usualmente lo es, por sus acabados y producción; de la misma forma que un libro cuya portada te envuelve con el mejor papel, tintas especiales y una fotografía increíble, cuando comencé a leer cómics me llamaban la atención los dibujos, que la portada tuviera fuera especial, que tuviera un holograma o fuera una edición especial, y sobre todo, que estuviera dibujado por el artista del momento. Sin embargo, después de un tiempo, caí en cuenta que por más impresionante que fueran las ilustraciones, si la historia no era interesante y los personajes no tenían corazón, se convertía en un producto vacío, hermosamente elaborado, pero vacío al fin y al cabo. En la publicidad y el diseño nos encontramos muy a menudo con este tipo de productos, grandes producciones, con el artista del momento, una gran fotografía, artes increíbles, diseños en 3D, un trabajo impecable, y sin embargo, dichos diseños y campañas pasan desapercibidas, son, de nuevo, un producto hermoso y bien elaborado, pero sin idea, emociones, filosofías o propósito, sin concepto. Después de algunos años comencé a seleccionar con mayor cuidado los cómics que compraba, mi meta ya no era encontrar el que tuviera los mejores dibujos o la portada con el mejor papel, sino aquel que me contará las mejores historias, aquel que me conmoviera, me estremeciera y fuera capaz de quedarse grabado en mi mente. Estos cómics y novelas gráficas me enseñaron que una idea era mucho más valiosa, y que si había un propósito, un concepto, detrás de su creación, valía la pena leerse, apreciarse y tomarse en cuenta. Gracias a clásicos como el Sandman de Neil Gaiman, al Spiderman de Stan Lee, a los Uncanny X-men de John Byrne, Y: The last man de Brian K. Vaughan, Bone de Jeff Smith, The Dark Knight Returns de Frank Miller, Watchmen de Alan Moore, Maus de Art Spiegelman, sólo por mencionar algunos, aprendí que el valor de una idea, es mucho más importante que el empaque de la misma, aunque, como veremos en la siguiente publicación, no hace daño vestir de smoking a una buena idea. Próximo post: Forma y aplicación y Estilo y género.
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