Mientras te encuentras de pie esperando a que llegue tu turno, y la fila avanza lentamente, con una señora delante de ti que no para de quejarse y decir: «Ay estas niñas (refiriéndose a las cajeras) deberían mover más las manos, capaz que son nuevas», y con un señor a tus espaldas que en varias ocasiones ha intentado entablar una conversación sin tener mucho éxito, te percatas de la cantidad de gente que espera ser atendida antes que tú. Sabes que estarás de pie, moviéndote pausadamente, durante los próximos 40 minutos si es que las «niñas» agilitan más las manos. Entonces, es ahí cuando empiezas a recordar lo que dejaste pendiente en la oficina, y de repente ¡Pum! Algo ha pasado por tu mente. Buscas rápidamente dónde anotar, sacas el celular pero el guardia de la entidad bancaria te dice que lo guardes (normativas de seguridad), buscas entre tus bolsillos: el izquierdo, el derecho, el de la camisa y encuentras un bolígrafo, escribes tu idea rápidamente sobre uno de los papeles o documentos que llevas a la mano. Sonríes, ya no importa mucho la longitud de la fila, ahora al regresar al trabajo, llevarás un cheque cobrado y una de las mejores ideas que has tenido en el día. Todo esto se lo debes a tu subconsciente, él es el responsable de esa inesperada e ingeniosa idea que obtuviste sin estar clavado en tu escritorio con la cabeza marchando a mil revoluciones. Gracias a que el subconsciente trabaja de forma insólita, puedes tener fugazmente una idea en el lugar y el momento menos esperado, como la fila de un banco, la fila de un supermercado, el consultorio de un doctor, en el bus o el auto mientras se paraliza el tráfico, etc. Es por esta razón que si deseamos que la mente funcione mejor y al 200 %, hay que dejarla reposar por un instante, como recomienda Ben Baldwin (cofundador de ClearFit): “tómese un descanso y disfrute del paisaje, porque mientras lo hace, su mente podría solucionar un problema que intenta resolver o que ni siquiera había considerado”. AUTOR
Samir Issa
“Creativo publicitario que se graduó como redactor pero su contrato dice diseñador gráfico. Su mayor afición es leer (aunque casi siempre olvida el nombre de los personajes), escribir y pasear por la ciudad acompañado por una mochila en la que siempre hay un libro y una libreta. Está próximo a realizar el mayor de sus sueños: viajar por todo el mundo sin un ticket de regreso”.
Imagen cortesía de iStock
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