Hoy en día es común encontrarnos con personas que viven un desequilibrio entre el aspecto personal y el laboral, ya que se tiene una idea errónea de que, al alcanzar un estilo de vida reconocido en el ámbito competitivo, conlleva sacrificios importantes. Pero en realidad no tenemos que hacer esta elección. El éxito en cualquiera de sus variables, cuenta con la misma definición. El éxito es un concepto que abarca algunas características del ser humano, en estas podemos englobar ciertas “virtudes” que hacen que una persona pueda alcanzar su ideal en el ámbito que se desenvuelva, tales como: confianza en sus habilidades, buena autoestima, cierto tinte de egocentrismo, deseos de autorrealización, ganas de aportar conocimiento y es así como, estas características potencian la cadena de valor que nos permite alcanzar nuestros objetivos. Desde citar a Aristóteles con “La victoria tiene muchas madres y la derrota es huérfana” hasta a Javier “El Chicharito” Hernández quién menciona que para lograrlo “Uno trabaja para estar en el cuadro titular día a día. No soy conformista.” El ingrediente secreto del éxito es el esfuerzo… o ¿no? Vivimos bajo la premisa de que, nada en esta vida es gratis. Y muchos de nosotros hemos pasado por esa brecha entre el deseo y el trabajo constante, muchas veces sin siquiera ser reconocidos por “palabra”. La necesidad de un reconocimiento no basta cuando de éxito se trata. Más allá de la posición social o de la percepción de un sueldo. Pero el éxito también tiene sus puntos específicos en la propia solicitud que debemos llenar. Se requiere por una parte, capacidad para afrontar cambios y sobrellevarlos, trascenderlos como se hace en un proyecto o en el empeño de una columna. Trabajar puede aclarar nuestra mente, pero llevar una vida tranquila puede maximizar nuestras habilidades laborales, sin abusar del workaholic que todos podemos desarrollar, el éxito también nos exige ser comprometidos en estas dos importantes líneas de desarrollo. Podemos afirmar que, el éxito, es el cliente que siempre nos va a solicitar las cosas más absurdas y las más pesadas, lo impensable y lo que nos pondrá el cuerpo, la mente y el corazón de cabeza. Para un mercadólogo los factores de éxito son los aspectos que de acuerdo al tipo de emprendimiento o por características particulares del mercado, determinaran que el negocio funcione, si se cumplen, el éxito está garantizado. En la publicidad, el éxito se alcanza cuando se crea un vínculo de proximidad y comunicación con el usuario final por medio de una serie de pasos que van desde lo perceptivo hasta lo sensorial. Sin tener que decidir en dónde aplicarlo, el éxito también implica tomar las riendas de nuestra vida y plantear cómo vamos a alcanzar nuestros objetivos. Es importante recordar que un buen proyecto es aquel que se ajusta a las necesidades que lo motivaron. Siempre buscamos la mejor manera de trabajar y alcanzar resultados satisfactorios, pero es muy importante no dejar de nutrir el aspecto personal, a fin de cuentas el éxito no significa tener una posición social envidiable, ni ser millonario o alcanzar un puesto directivo. Trabajar como loco, tener un millón de juntas, y escribir un montón de cosas, no significa que estemos haciendo las cosas bien. Es ideal actuar siempre con base a valores y principios que, nos harán notar que el reconocimiento y la aceptación social no se miden en base al éxito profesional, ni el éxito laboral va en cuestión de aceptación. Todo se trata de tener la motivación adecuada, el qué es lo que nos mueve a trabajar y el por qué lo hacemos, puede definir en gran medida las formas de éxito que queremos alcanzar. Imagen cortesía de iStock
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