El uso de diversos recursos de comunicación para la promoción de una marca, suele manifestarse en medios comunes como lo son prensa, radio y televisión. Los medios digitales han hecho que esta práctica sea algo cada vez más común. El giro de la información acerca de la marca, puede ser desde muy evidente, hasta pasar desapercibida ante nuestros ojos. Hace unos días escuchaba a un publirrelacionista decir que, ahora cualquier persona podía ser reportero y publicista ya que existían medios “web” en los que personas que nunca pasaron por una tira de materias de periodismo, escriben sobre cualquier tema incluso a favor del cliente al que promocionan. En el complejo mundo de las Relaciones Públicas, sabemos que prácticas como el “native advertising” son utilizados a menudo como parte de un esquema de actividades, una noticia que se difunde como parte del posicionamiento de una marca. Elaboración de boletines de prensa, por ejemplo. La necesidad de comunicar y persuadir a personas o grupos de personas, es tan vieja como el hombre, pero eso no quiere decir que toda comunicación persuasiva sea un producto de una sola práctica publicitaria, al menos no en cuestión de posicionamiento. Éstas solo han podido ser posibles al calor de los avances y cambios teóricos que, en materia de prensa escrita, mercadotecnia, o comunicación, nos aportaron conocidos teóricos desde el siglo XX, como Ivy Lee, considerado uno de los primeros en combinar la disciplina periodística con la de promoción por medio de las Relaciones Públicas. Es muy fácil para el consumidor, ingerir fácilmente y por cualquier medio este tipo de noticias, incluso si por ahí pasara sin pena ni gloria la marca de un detergente o el refresco rojo con blanco. Pero como profesionistas, esto nos lleva a estar en el ojo del huracán informativo: la delgada línea entre la verdad y la mentira y lo que le conviene a nuestro esfuerzo comunicativo. Muchas veces, el abuso del publicity o el native advetising es perjudicial tanto para la marca como para la los medios de comunicación, el cual arroja un estudio muy interesante si nos ponemos en la barda filosófica de la ética o el respaldo de un mensaje que trate de no engañar al consumidor. ¿Realmente lo hacemos? Promover una noticia con el respaldo de nuestra marca no es un acto ilícito, pero vender verdaderas mentiras, sí lo es. Algunos casos sonados como promover la “salud” por medio de comida chatarra, son sonados no sólo en nuestro país, y han sido castigados desde demandas hasta la desaparición o quiebre de la marca. Hacer un disfraz a la medida de la marca por medio de una línea editorial. La creatividad y genialidad de algunos textos publicitarios son un gran ejemplo de predicar con la verdad, o tratar de no dañar la cosmovisión del producto o servicio hacia el cliente. La balanza entre la noticia y la promoción es un artefacto que debe ser llevado con cuidado, tanto por los medios como por el mismo profesional, no importa si es publirrelacionista, publicista, mercadólogo o diseñador. Pensar bien, si es buena idea disfrazar la publicidad. No podemos referirnos a una práctica coherente rematando con una frase como “hay tratar de hacerlo de manera inteligente” porque, entonces seríamos verdugos de nuestros propios actos. La reflexión remite a alguna frase de Sam Black que dice así “Tratar de encontrar el arte y la ciencia para alcanzar la armonía con el entorno, se da gracias a la comprensión mutua basada en la verdad y en una información total”. Imagen cortesía de iStock
Comentarios