Dicen que somos los diseñadores de este planeta que llamamos Tierra. En nuestras manos, está el rumbo de lo que nos rodea y si alguien nos lo ha enseñado desde que somos chicos, es la empresa de juguetes Lego. Todo niño ha soñado con que esa pequeña ciudad o casa que construyó en un rincón de su cuarto, se convierta en realidad. Al menos en mi caso, podía pasar horas construyendo de mil maneras diferentes edificios, con tan pocas piezas en mis manos. Si tuviste la fortuna de poder jugar de pequeño con este curioso juguete, puedo asegurarte, que también soñaste de la misma forma en que yo. Porque a fin de cuentas, cuando eres niño, no existe diferencia entre el mundo de afuera y el que habita en tu castillo hecho de Lego: para ti, ese diminuto mundo, es tu mundo, uno que construiste con tus propias manos y con eso, para ti basta. Lego y sus juguetes, nos ha inspirado tanto a chicos como grandes, a soñar en grande, a partir de algo tan pequeño. Hoy agradezco a esta empresa, porque hace que seamos creativos y que hagamos cosas extraordinarias, con las piezas que poseamos. Después de todo, de eso trata la vida: saber cómo acomodar cada elemento que tengas y crear una obra de arte. Por esta razón, es que me inspiré al saber del proyecto que un joven de 19 años, comenzó a hacer pensando de esta misma forma: llevar algo tan diminuto, al mundo real. Fernando Hernández Báez comenzó del mismo modo que muchos de nosotros: jugando y construyendo con Lego. Después de un tiempo, se interesó por la fotografía, pero más que fotografiar, en plasmar a través de ella, situaciones de la vida cotidiana en los lugares menos pensados. Terminando la Preparatoria, se tomó un año para viajar por diferentes países y lugares, uniendo dos de sus más grandes pasiones: la fotografía y los personajes de Lego. En una plaza llamada “Pasing Arcaden” de Múnich, es donde nace y es nombrado “Nachito”, un singular personaje mexicano de Lego, que se asomaba por un aparador de una tienda. “Debo confesar, que no pude resistirme a comprarlo. El problema era, que venía en una presentación de bolsitas, en las que era sorpresa saber cuál te tocaba. No me importó; pasé toda la tarde palpando cada uno, hasta que sentí un sombrero que sobresalía y me arriesgué a comprarlo. Minutos después, tenía al mexicanito en mis manos.” dice Fernando Hernández. A partir de ese día, Fernando se ha dedicado a tomarle foto a “Nachito”, en cada lugar al que va. Para él, es una forma de representarse a sí mismo y a la cultura mexicana y cómo ésta, puede estar presente en cualquier rincón del mundo. Hoy, no puede viajar sin tener a su compañero en el bolsillo, una cámara en mano y a México en su corazón. Después de ver la serie de fotos que ha creado, no se puede dejar de pensar en que al final, de la misma forma en que muchos jugamos tantas veces con este juego, es la metáfora de la vida misma. Quizá no podamos construir solos el mundo entero, o las cosas no cambien en nuestro planeta con la ayuda de una sola persona, pero sin esa pieza que nosotros coloquemos, toda la construcción no estará completa. Al final del día, tal vez no sea tan cierta la frase, de que debemos pensar en grande. Quizá la clave en realidad está en mantenerlo simple, en pensar en pequeño, porque cada paso, por muy diminuto que parezca, nos acercará a algo sumamente grande. Gracias Lego, por enseñarnos esta lección y por inspirarnos a construir nuestros sueños.
Autor Laura López Trujillo
“Aún no sé cuál es mi misión en este mundo y espero no saberla pronto, mientras tanto soy estudiante de Publicidad en la ciudad de Puebla y me encanta leer cualquier cosa que se me ponga enfrente. Escribo en mis ratos libres, soy extremadamente observadora y amante de las series de televisión”.
Comentarios