Starbucks es, hoy por hoy, la franquicia de cafeterías más exitosa del planeta, cuenta con 17,800 establecimientos alrededor del mundo y su concepto es único en el giro de los alimentos y las bebidas. Nació en el año de 1971 en la ciudad de Seattle, del estado norteño de Washington en la costa este de los Estados Unidos. Aunque inicialmente fue una cafetería creada por tres socios, quienes además eran catedráticos en una Universidad local, fue adquirida en 1984 por el empresario Howard Schultz, quien, un par de años antes, se había unido a la joven empresa con la idea de cambiar el concepto de la misma y convertirla en lo que hoy es. La idea de transformar las pocas cafeterías que existían en ese entonces de la marca, en establecimientos de café al paso, no pareció del todo convincente para los primeros socios de la misma, por lo que decidieron apartarse y venderle la compañía que ellos mismos habían fundado para dedicarse al establecimiento de cafeterías tradicionales. La historia, hoy les dice que cometieron el error de no confiar en los planes de expansión e innovación que tenía en mente Howard Shultz. A partir de ahí, dio comienzo el exorbitante crecimiento de la marca por dos razones principales: La calidad del servicio, los productos y el concepto en sí de las cafeterías y, por el hecho de poder comercializar a Starbucks como franquicia, dando así la oportunidad de que los inversionistas pudieran adquirir los derechos del uso de la marca para poder instalar un Starbucks casi en cualquier lugar del país, inicialmente, y del mundo, posteriormente. Pero, toda marca debe de tener, en su historia, un punto en el que la misma llega a convertirse en un producto o servicio que llegó para quedarse y Starbucks lo tiene. Hablemos de ‘el tercer lugar’. El tercer lugar es en sí, el concepto por excelencia que le ha generado ganancias millonarias a la cadena, por la vía de los miles de millones de dólares generados por la venta de producto, la partición en bolsa de la empresa y los ingresos originados por la adquisición de franquicias. En pocas palabras, Starbucks es el tercer lugar; lo cual significa que cuando uno acude a un establecimiento de estos, puede sentirse con la comodidad propia de lugares tan familiares como el trabajo -que es el segundo lugar-, y el hogar, que a su vez es el primer lugar. Es decir, el trato cálido y amable, la calidad del producto y del servicio ofrecido, así como el confort asociado al ambiente que ofrece el propio establecimiento, hacen sentir al usuario que está gozando de una experiencia similar a la que puede obtener en lugares más familiares para él. De aquí se desprende el éxito y apogeo de esta franquicia que cuenta con presencia en más de 60 países de los cinco continentes del mundo, contando con alrededor de 150 000 empleados y en aumento, debido a que la expansión continúa y para este año se espera abrir más establecimientos de la marca en territorios vírgenes. El punto es que toda aventura empresarial debe tener su propia historia, una historia que logre conceptualizar la imagen de su marca y proyectarla a través del tiempo. Por eso, las grandes empresas llegan para quedarse en el imaginario colectivo de los usuarios; para una empresa de este tamaño lo más importante ya no es el volumen de ventas o la cantidad de clientes, sino la imagen que proyectan sus historias; de eso se trata la mercadotecnia, no de que todos compren lo que se ofrece, sino de siempre tener asegurados a los clientes potenciales. Hay muchas empresas con grandes historias detrás de ellas, ¿cuál conoces? Háznoslo saber en la caja de comentarios.
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