Las emociones nos hacen como somos, por ello es inoperante y absurdo intentar obviarlas o minimizarlas ya que con ello dejamos sólo conseguimos dejar de ser. El desmesurado crecimiento del mercado y la creación de expectativas inalcanzables por parte de muchas empresas ha provocado la creación de, a lo largo de los años, de un entorno intra empresarial donde parece que el uso de las emociones sea contraproducente. Ello es, por una parte, por el exceso que el trabajador ha hecho de ellas cuando se le ha dado libertad para usarlas y por otra, por las restricciones a ellas diseñadas por los equipos gerenciales al entender que reír y trabajar, por poner uno de muchos ejemplos, no es compatible en un entorno de negocio. La situación actual ha minado de tal forma el tejido empresarial que lo ha convertido en un cuello de botella en el que las empresas no ven formas viables de recuperación. Tipología de productos y servicios, guerra de precios, saturada o equívoca difusión, calidad similar o igual … todo parece pensado para complicar al cliente por saturación pero así es difícil hallar un punto de valor añadido propio sobre el que diseñar una salida orientada al reflote del negocio. Jorge Bucay nos invita a reflexionar: “No somos responsables de las emociones, pero sí de lo que hacemos con las emociones”. Estamos diseñados por las emociones, por eso somos tan inmediatamente receptivos a temas emocionales y el mundo empresarial no escapa a ello. Estamos navegando en la era del marketing emocional, del engagement entendido como amor por una marca desde las emociones. Los modelos empresariales estructurados sobre el uso de las emociones llevan décadas dando excelentes resultados siendo modelos de estudio y casos de éxito y todo porque se apela al sentido común, a la empatía de sus profesionales con sus iguales, con el producto o servicio que desarrollan y con los canales que utilizan de prescripción y difusión de marca. Como empresarios debemos comprometernos a apreciar el mundo de las emociones porque ese sí es el nuevo medio de diversificación de negocio, ese es el nuevo paradigma de crecimiento y estabilización, perfilándose como una herramienta modeladora de nuevos productos y creadora de nuevos mercados de destino para los mismos. Antes seleccionábamos el cliente al que dirigirnos. Ahora seleccionamos las emociones que queremos sensibilizar para que ellas nos configuren nuestro mercado de clientes, lo que incrementa no sólo la probabilidad de conseguir clientes sino que amplía de forma cierta y mesurable el espectro de cliente final, pudiendo acceder a muchas más personas que la forma tradicional nos permite. Las empresas son organismos vivos porque están compuestas por personas. Son equipos de trabajo afectados por el estado de cada uno de sus miembros cada uno de los días laborables del año. Si conseguimos configurar bien la relación entre las emociones, las personas y su trabajo, el rendimiento de la empresa se verá beneficiado, sin duda. Para ello necesitamos gerentes emocionales, líderes naturales y talentosos que sepan perfilar y cuidar esa estructura. Y obviamente, necesitamos empleados susceptibles de entender la valiosa oportunidad que se les ofrece de poder ser felices en su trabajo, profesionales capaces de utilizar su sentido común para aceptar el reto de las emociones en su justa medida. Como empresarios debemos ser muy vigilantes con el liderazgo prepotente, con los equipos directivos avariciosos y con los empleados incapacitados porque ellos conforman muchas de las empresas actuales cuyo rumbo hacia el desastre es inalterable. Son empresas que necesitan reparar piezas de su maquinaria y cambiar otras si quieren seguir haciendo kilómetros. Y la estrategia de marketing de la empresa debe ser tocada también por la varita de las emociones con el objeto de abrir una sección nueva dedicada a pensar en acciones puramente emocionales enfocadas a generar engagement y a que el cliente aprecie los valores de la misma en el ámbito puramente humano. Vivimos momentos en los que hay demasiado sufrimiento y desgracia en el mundo como para no estar pendientes de ello. Las empresas son motores generadores de recursos lo que las posiciona como prospectores de ideas tendentes a ayudar en el ámbito social y solidario. Es urgente que la empresa entienda el papel esencial que tiene en cuidar y mejorar el mundo que le rodea, el entorno que le ha permitido durante años desarrollarse como tal. Es el momento de convertir las emociones en clave de desarrollo
Autor
Inquieto cultivador de las emociones como medio de vida en el plano personal y profesional. Amante y usuario de la creatividad como sustrato de crecimiento. Defensor del pensar por ser la mejor forma de entender lo que queremos decir. Apasionado del pádel, del dibujo y de la escritura. Propenso a las personas, diseñador de conversaciones inteligentes y enamorado e incondicional admirador de su hijo.
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