Me levanto al escuchar la alarma y veo como la pantalla de mi celular es la única luz en la habitación. Abro mi WhatsApp y reviso si nadie escribió por la noche. Un par de mensajes, los leo, respondo y abro mi Gmail para revisar mis correos. Me voy a Twitter y veo las notificaciones que recibí mientras dormía. Tomo mi iPad y voy a Alien Blue para revisar mi front page de Reddit. Me levanto y camino a la regadera. Al salir del baño veo Yahoo Weather para revisar si hay necesidad de hacer un cambio en mi outfit. Tomo mi maleta, coloco mi iPad en ella, y salgo de la casa. Al subir al coche escucho la alerta de mi App de Google que me indica que hay tráfico pesado por Lázaro Cárdenas; tendré que tomar una ruta alterna. Enciendo el Bluetooth del celular, abro Kindle, lo coloco en la opción de Audio, y comienzo mi camino rumbo a la oficina mientras escucho el libro que estoy “leyendo”. Llego a la oficina y reviso mi cuenta de Gmail, Twitter y WhatsApp de nuevo. Coloco mi celular al lado y enciendo mi iMac, abro Chrome, y doy click en Feedly, reviso mi feed rápidamente, envió un par de artículos a mi Instapaper y otros más a mi Evernote. Cierro la aplicación, entro al correo de la oficina y comienzo a revisar los pendientes del día, los cotejo con mi Wunderlist de ayer y voy eliminando y actualizando el trabajo del día. Abro Illustrator, Photoshop, corrijo en Indesign, ajusto cambios de una presentación en Keynote, subo a mi Dropbox una copia de la misma por cualquier inconveniente y mando un alta vía We Transfer. Hago una llamada personal, y cuando reviso mi celular para ver si hay alguna notificación nueva ya es hora de salir a comer. Salgo a uno de mis lugares de costumbre, ordeno en la barra, me siento a esperar y saco mi iPad, abro mi iBooks y leo un poco. Mi comida llega, sigo leyendo, descanso y voy a Comic Zeal para terminar de leer la novela gráfica que comencé anoche. Reviso la hora en mi celular y los ocho correos que llegaron durante la comida. Recojo mis cosas y salgo del restaurante. Llego al coche y abro Spotify para escuchar algo de música de regreso a la oficina. Al llegar reviso de nuevo mi cuenta de Twitter, leo un poco, hago un recorrido por mi Feedly de nuevo y visito cerca de diez sitios de diseño, publicidad e ilustración en quince minutos. Regreso a mis correos y comienzo a trabajar de nuevo. Me llega la liga con un primer corte de un spot que subió la productora a YouTube, abro la página, lo reviso, escribo sugiriendo un par de cambios y regreso a Pages a seguir escribiendo. Un par de correos más, tengo un conference call con un cliente, reviso un par de trabajos, ambos se preparan, se suben al FTP y se le envían al cliente para que los entregue a su proveedor. El día ha terminado. Reviso mis correos de nuevo, contesto un par más, recojo mis cosas, cierro programas. Tomo mi celular y encuentro un par de avisos, los contesto. Salgo y me subo al coche, escribo un WhatsApp más y abro de nuevo Kindle, para “leer” por otra media hora, antes de llegar a casa. Al llegar bajo del auto con mi celular en la mano. Al entrar abro mi Facebook, mi roomate tiene un par de amigos de visita y uno de ellos me observa y dice: —Seguro eres de los que está todo el día en Facebook, ¿verdad? Lo observo curioso y digo: —¿Yo? Claro que no, con mucho trabajo tengo tiempo de abrirlo una vez al día, de hecho, casi no uso nada de redes o aplicaciones, soy bastante light al respecto. Cierro la aplicación, abro mi Instagram, y reviso mi feed. Dejo mi celular y tomo mi iPad, me siento a cenar mientras reviso de nuevo el Front page de Reddit. Abro Rymdkapstel, sabiendo que nunca podré superar mi propio récord, juego por un rato, para regresar a algo un poco más ligero, abro Dots, me distraigo por unos minutos y decido ver una película. Busco algo que me llame la atención en Netflix, envió la señal a mi Chromcast y me relajo viendo mi elección en pantalla. Terminando, abro Zinio, y veo lo último que tengo en mi librería. Bajo un par de revistas y leo antes de sentir por completo ganas de dormir, coloco mi iPad al lado de la cama. Reviso de nuevo mi celular, confirmo que la alarma esté a la hora correcta, apago la luz, y veo como la pantalla de mi celular es la única luz en la habitación. Imagen cortesía de Fotolia
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