Es bien sabido por todos (y si no, investíguenlo) que muy pocos cereales procesados – es decir de marca – tienen altos valores nutrimentales. En su mayoría son azúcar y nada más, a diferencia de los cereales naturales que sí proporcionan al cuerpo de energía y fibra necesaria para el organismo.
Y el gobierno ha empezado a ponerse cada vez más estricto con las regulaciones de comunicación para todos estos productos porque ellos los responsabilizan en parte, de la gordura de nuestro país. La verdad yo no estoy muy de acuerdo con esa premisa porque creo que es un problema más de educación familiar, pero bueno, es un intento de nuestros líderes de que todos los mexicanos recuperemos nuestra forma humana.
Me parece una aberración máxima lo que algunas marcas intentan hacer para defender lo indefendible y entrar a terrenos “más políticamente correctos” al modificar los nombres de sus mascotas y hasta el físico de las mismas. El caso más novedoso para mí es Melvin de Choco Krispis.
Ayer fui al super y me topé con una caja del delicioso cereal de Kelloggs, que es 33% de azúcar y el otro 63% es sabrosura engordadora.
Bueno, pues los muchachos de Kelloggs decidieron en un arranque de eufemismo visual, hacerle un bypass gástrico al elefantito y le arrancaron de putazo 40kgs. Al ver al famélico animal, lo único que uno puede pensar es: “¿qué carajos le pasó a este pobre elefante?, ¿no se supone que los elefantes son gordos? ¿se irá a morir? ¡Maltrato animal! y sería muy divertido ver a la Asociación Protectora de Animales armándola de jamón porque un elefante en esas condiciones es tortura. A todas luces, Melvin la está pasando mal.
Y se entiende que la compañía lo hace por la preocupación que existe de que es considerado un alimento “chatarra”. Pero de verdad, ¿creen que enflacando a un animal que lleva toda la vida siendo gordo, de pronto va a cambiar la percepción de la gente? Mejor que reformulen el producto. O que lo acepten como lo que es: un delicioso cereal sabor a chocolate lleno de azúcar y que hagan productos con más fibra y más sanos.
Ahora que es flaco, nadamás por joder, me encantaría hacer una campaña en las redes sociales para argumentar que “también es negro” y eso señores: es racismo. Así que además de delgado, tendría que ser blanco, para no ofender a nadie.
Y no es el primer caso. Me divierte mucho el cambio de nombre del Negrito de Bimbo a “Nito”. El cambio, si me preguntan a mí, se debe a la expansión por Latinoamérica y el mercado hispano de los Estados Unidos del monstruo panadero. Así, la empresa del Osito, (que también lo ha ido enflacando a través de los años) decidió cambiarle el nombre – que pudiera resultar ofensivo en ciertos mercados (háganme el chingado favor) – y no sólo eso, sino cambiar al personaje (que antes era un negrito, duh) por un “chavo de onda” blanco, pero con el pelo rizadísimo. O sea: ya nada que ver con un niñito de raza negra (un valor de la marca de más de 50 años). Otra aberración para ser políticamente correctos y gustarle a todo el mundo.
Estos movimientos me sacan de quicio. Son intentos desesperados que me llevan a pensar que vivimos en un mundo cada vez menos tolerante. Los elefantes, son gordos. Los Negros son negros, Los monstruos come-galletas, comen galletas (de ahí su chingado nombre) no comen vegetales y los perritos, cuando le jalan el traje de baño a las niñitas, dejan expuestas sus nalguitas. No tiene nada de malo. La vida es así. ¿Para qué mentirnos?
Entonces, así como Coppertone vistió a la niñita que enseñaba las pompitas, Negrito dejó de llamarse así y Melvin ahora está flaco, con poderes premonitorios, les aviso que en corto, veremos a la rechoncha cocinera negra llamada Aunt Jemima (la de los joqueís) convertida en una cheff anglosajona, al Anciano (también negro) dueño de los arroces “Uncle Ben´s” migrado a un Michael Jackson look y al Jefe de los Indios de Cleveland transformado en el primer piel roja albino de la faz de la tierra.
Sí, un mundo tremendamente ridículo y poco tolerante en donde las marcas se aterran y niegan su DNA con tal de que nadie les diga nada.
Yo creo que si abrazamos la autenticidad de nuestras raíces, podremos tener mejores productos que nos cuenten historias verdaderas. Si alguien se ofende, pues que se ofenda. Total. Nadie es monedita de oro.
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