Los tiempos cambian pero las personas somos conservadoras. Hoy día todo evoluciona muy rápido de ahí que la comodidad genere brechas que en muchas ocasiones son insalvables y condenan empresas y modelos de negocio. Hemos citado alguna que otra vez la frase “es que aquí siempre se ha hecho así” como respuesta a una propuesta de cambio, con una intensidad pareja al ansia de los niños por seguir aferrados a los Reyes Magos y con resultados casi siempre negativos para el modelo. El tejido empresarial vive momentos de quebranto funcional donde a nivel humano predomina una mezcla entre ansiedad, duda, incertidumbre y desánimo que confluye en ocasiones en indefensión aprendida, bloqueando sistemas y provocando actuaciones divergentes de las necesidades que tiene la empresa y el negocio. Es el momento del liderazgo natural, alejado de estereotipos y con la vista puesta en el desarrollo humano y profesional. Pero para ello debemos cambiar, aquí tenemos 5 razones para ello:
- No es conveniente seguir así. Parece una verdad de Perogrullo pero no lo es, optar por la simplicidad puede sacarnos de apuro. Y puestos a cambiar por obligación, corriendo el riesgo por exceso de desidia de que lo quebrado no pueda arreglarse, mejor cambiar por voluntad y evitar males mayores.
- Es irrenunciable retomar las emociones. Se está iniciando un proceso global cognitivo orientado a ello, se está creando poco a poco un sustrato en el mundo de la empresa que las coloca como caldo de cultivo de crecimiento del modelo y de diversificación, orientado todo ello a renovarse y adquirir tintes de sostenibilidad. La gestión interna y externa de las emociones en la empresa se centra siempre en un compromiso cierto en el desarrollo de las iniciativas elegidas que doten de valor a la misma y no como una herramienta de venta aséptica, estrategia que puede volverse contra los intereses primigenios.
- Hay que naturalizar el liderazgo. Qué líder actual no se sentiría agraviado si se pone en tela de juicio su liderazgo?. Pero no es mayor agravio no ser líder y aparentarlo por obligación?. No olvidemos que los líderes de las empresas son el eje de tracción del negocio pero si analizamos el tejido empresarial detectamos un porcentaje demasiado elevado de liderazgo por herencia, conveniencia, imposición o interés, polos opuestos todos ellos del liderazgo natural.
- Es ineludible adquirir conciencia sobre Internet. Porque es un motor de cambio para las empresas, es un canal que tiene todos los alicientes y herramientas para que un producto, servicio o persona vaya más allá de lo que siempre ha pensado posible. Quien diga que Internet es un tópico para el crecimiento empresarial es porque no lo conoce. El resto, usamos Internet como medio para obtener un fin. Eso sí, hay que entenderlo y aplicarlo, como todo en la vida, en su justa medida. Y si no entendemos de Internet, asesorémonos que es lo que hay que hacer en caso de desconocimiento.
- Hay que erradicar la indefensión aprendida. Porque nos lleva directamente al caos, a una hibernación funcional. La indefensión aprendida, aunque no lo veamos con claridad, es lo que viven a diario multitud de profesionales en empresas actuales. Y no sólo a nivel de empleados, cuanta mayor es la responsabilidad y la dureza de los retos que se nos presentan, que son muchos, mayor puede ser el grado de desidia. La clásica frase “es que en mi trabajo todo son marrones” es síntoma inequívoco de que nos precipitamos hacia ella.
Si practicáis algún deporte sabréis que cuando mejor rinde uno es cuando es capaz de desconectarse del mundo real y dejar fluir sus emociones y capacidades, liberarse de las influencias externas y centrarse en su propio talento natural para ese deporte. En la empresa podemos hacer lo mismo, debemos abonarnos a nuestro talento natural y dejarlo fluir para que nuestras capacidades guíen nuestras decisiones. Es obvio que las circunstancias externas son más que vinculantes y que debemos tenerlas alineadas como escenario externo para poder acometerlas, pero si no desplegamos nuestro talento y liderazgo natural nos absorberán en lugar de ceder a nuestro empuje natural. Eric Hoffer, escritor y filósofo estadounidense dijo: “solíamos pensar que las revoluciones eran la musa del cambio, en realidad es al revés: el cambio prepara el camino para la revolución”. Autor Guillermo Llofriu Inquieto cultivador de las emociones como medio de vida en el plano personal y profesional. Amante y usuario de la creatividad como sustrato de crecimiento. Defensor del pensar por ser la mejor forma de entender lo que queremos decir. Apasionado del pádel, del dibujo y de la escritura. Propenso a las personas, diseñador de conversaciones inteligentes y enamorado e incondicional admirador de su hijo.
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