Son las tres de la mañana, llevas un par de días frente a la hoja de papel, en estos momentos parece tu peor enemigo, que solo se burla de ti, tan vacía, sin contenido, solamente es una inerte acumulación de celulosa incapaz de atacar, en estos momentos ya son las cuatro de la mañana y el pánico se comienza a apoderar de tu persona, le das un sorbo a tu café, un cigarro más y parece inevitable el aceptarlo pero te levantas, volteas al espejo y te preguntas: ¿Dónde quedaron mis ideas? Decides poner un ambiente más agradable y pones play a la canción que más te gusta de tu banda favorita, te sientas, cierras los ojos, buscas perderte entre el ritmo de la música, otro cigarro aparece entre tus manos, ninguna idea en tu mente, te levantas y buscas en tus viejos archivos, las antiguas campañas que realizaste, esas que fueron un éxito, así que intentas recordar cómo fue el proceso creativo que te llevó a lograr esos resultados, oficialmente te encuentras desesperado. El reloj recorre una hora más, sabes que es inútil continuar en estos momentos, tampoco eres un robot y tus ojos avalan esta afirmación, rendido vas a dormir sintiendo que en la habitación de al lado se encuentra la hoja de papel sobre el escritorio burlándose porque has perdido la batalla, en la cual ella se levanta victoriosa, cierras los ojos y las abres en un instante, entonces ya es hora de trabajar nuevamente, tomas un baño, terminas tu café de la noche anterior y te apresuras, decides dejar la hoja de papel, en este instante te sientes derrotado. Sales de casa, tomas el transporte correspondiente para llegar a tiempo a la oficina, has perdido la noción de la situación que te rodea, solo piensas en como explicar que no tienes nada que presentar, que no hay nada en tu mente, es más, estás decidido a aceptar tu salida porque no te sientes apto para esta labor tan ardua; de pronto la luz del sol cruza entre los cristales del transporte, te ciega de golpe y de pronto te devuelve la vista, volteas hacia fuera y observas todo el cuadro perfecto, se cristaliza el momento, todo en un instante se vuelve coherente, lo logras visualizar en tu mente, sabes que lo has encontrado, has vuelto a la vida… Probablemente más de uno se sintió identificado con este panorama, inclusive en estos momentos puede ser que alguna persona esté leyendo esto mientras pasa por esta “sequedad creativa” que realmente nos hace dudar de nosotros mismos, que inclusive nos lleva a pensar que no somos aptos para desempeñarnos en este mercado, a lo cual les digo que no somos ni los primeros ni los últimos que pasamos por estas crisis, recuerden que trabajamos con IDEAS y estas no se encuentran en la tienda de la esquina, simplemente nacen y llegan como un chispazo que enciende nuestra mente, y esa, es la parte que hace tan bella nuestra profesión, la capacidad de también lograr en nosotros esa emoción que muchas veces buscamos transmitir al cliente. “Lo importante no es tener muchas ideas, sino la idea oportuna en cada caso” –Juan Zorrilla de San Martín. Imagen cortesía de Fotolia
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