Sabemos, o creemos, que la publicidad en Internet es mayormente consumida por jóvenes, esto se debe en parte a que las nuevas tecnologías son dominadas por personas entre 13 y 20 años. La publicidad, lejos del carácter estrictamente cuantitativo, nos permite sobrepasar del análisis meramente económico y percibirla como un fenómeno social íntimamente ligado al capitalismo, con importantes repercusiones sobre la forma de comportamiento de los individuos. La publicidad influye en la vida cotidiana de todos, en especial en los adolescentes, ya que son más vulnerables a ésta. Sin embargo, las principales compras en venta indirecta, son de personas mayores a 50 años. Datos de la consultora Nielsen, arroja que sólo un 5% de la publicidad está dirigida a ellos, cuando representan más del 30% de la población, cifra que engloba a más de 16 millones de potenciales compradores, que no son tomados en cuenta. Y es que la idea de que la brecha tecnología es más un asunto generacional, impide a marcas ver el gran número de adultos mayores que compran vía online. Una persona jubilada a los 60, no es una persona muerta, es una persona que tiene un estatus económico mayor, que probablemente tenga bienes materiales o incluso sea un potencial inversionista de nuevos proyectos. Sin embargo, tendrá que preguntarle a su nieto acerca de qué son las aplicaciones o cómo se usan las redes sociales, ya que no hay una plataforma definida en la que este usuario adquiera un conocimiento simple acerca de cómo usar un ordenador o un dispositivo móvil para diversos tipos de transacciones. Es un grave error dejar de lado este sector tan grande, el cual no sólo tendrá que captarse sino fidelizarse por medio de interesantes estrategias. Y es que, el universo de este tipo de consumidores tiene más cosas a favor de las marcas que en contra, por ejemplo, una persona mayor piensa más en los beneficios de una marca que en consumirla por tendencia. Cree firmemente en las opiniones especializadas del producto y además, prefiere pagar una cantidad elevada de dinero si este producto conserva esa “respaldada calidad” para así evitar sorpresas. ¿Entonces por qué las marcas no dirigen campañas hacia este porcentaje de la población? ¿Es más cómodo seguir cautivando a los jóvenes que a “viejos” posibles consumidores? Las estrategias que las marcas debieran utilizar para este tipo de consumidores, pondrían a prueba incluso su creatividad, ya que, aunque los adultos mayores puedan estar familiarizados con el internet e incluso lleven años usándolo, no son nativos digitales, prefieren procesos de compra lo más sencillos e intuitivos posibles. Por vía móvil o electrónica, se tendrían que eliminar aquellos pasos inútiles que no representen ningún valor para el comprador o que exijan de mayor tiempo y esfuerzo. En el mundo en el que vivimos actualmente, la publicidad se encuentra en todas éstas plataformas, estamos viviendo una era que impone nuevas costumbres como el social media marketing y apps de compra, sin embargo, detrás de todo eso no se debe olvidar el estudio cauteloso de los deseos de las personas, los medios por los que consumen y sus hábitos de vida, y sin duda, este segmento de la población podría dejar que la publicidad no envejezca con estrategias demasiado joviales.
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