La revolución de las nuevas tecnologías, impulsadas por Internet y las redes sociales facilitan mucho la creación, reproducción y transmisión de vídeo, haciendo del vídeo online un nuevo modo de comunicar, de llegar a los usuarios y de buscar su reacción. El vídeo social es aquél que circula a través de las redes sociales, como respuesta a la demanda de los usuarios, quienes activamente demandan información sobre aquellos temas que le interesan (noticias, deportes, ocio, entretenimiento, etc). Este nuevo modo de consumir contenido ha generado una corriente tan importante que ha superado con creces al vídeo que no tiene ese componente social, y sigue creciendo. Business Insider afirma que gran parte de los vídeos se descubren gracias a las plataformas sociales, como Youtube o Facebook, además de las nuevas aplicaciones de vídeo móvil, como Vine o el nuevo servicio de Instagram, el cual ya permite grabar vídeos de hasta 15 segundos. Se estima que la audiencia del vídeo online se duplique en 2016, llegando a los 1.500 millones a nivel global, según informa Cisco. Los usuarios destinan cada vez más tiempo a las redes sociales, y es aquí donde encuentran este tipo de contenido, que a su vez comparten. Las redes sociales están influyendo decisivamente sobre el contenido de los vídeos, concretamente sobre su duración. Con el fin de ajustarse a las preferencias de los usuarios y favorecer su viralización a través de las redes sociales y sobre todo de los dispositivos móviles, los vídeos acortan su duración y triunfan mientras más cortos y directos sean, de ahí el éxito de Vine, cuyo máximo es de 6 segundos. Los anunciantes están apostando por los vídeos sociales, la publicidad en vídeo online solo en Estados Unidos supera los 13.200 millones de visitas al mes. Las cifras muestran que los clientes prefieren este tipo de contenido de las marcas cuando proviene de una recomendación social, lo que también aumenta la tasa de recuerdo de la marca. Además, los vídeos que se ven a través de las redes sociales tienen mayores probabilidades de ser consumidos por entero que aquellos que no son sociales. Los vídeos sociales cuentan con el componente de la viralidad, un aliciente que puede multiplicar exponencialmente su repercusión, algo que no puede suceder en otros canales. Esta viralidad implica multitud de impresiones a cero costo, lo que convierte al vídeo online en un elemento sumamente rentable, algo que ha llevado a las empresas a esmerarse en la creación de piezas que realmente lleguen a la audiencia, con un elevando componente emocional, aumentando con ello las posibilidades de ser compartido. Por tanto, conviene aprovechar el alto impacto de la imagen en movimiento, y sus infinitas posibilidades, para saciar esa necesidad de contenido por parte de los usuarios, y fomentar su inherente inclinación a compartir. Imagen cortesía de Fotolia
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