Husmear no es investigar los mercados, y menos lo es buscar datos curiosos. Vivimos en una época y en una sociedad que piensa que si algo no es curioso, nuevo, interesante, no vale la pena ser sabido. La investigación de mercados seria, real, responsable, profundiza, o por mejor decir, confirma lo que todos sabemos de la sociedad, sí, todos, ya que vivimos en ella y somos parte de ella. Ridículo sería que no supiéramos nada de la sociedad y que ignorásemos cómo es el alma humana. La gran investigación de mercado, para empezar, no cree que las masas sean mercados; la gran investigación, antes de preguntar, se plantea qué desea saber con más hondura, o dicho en buena lógica, antes de afanar lo que no tiene verifica que lo que tiene sea real. Buscar sin saber lo que buscamos, es decir, buscar por el mero afán de encontrarnos con datos exóticos, interesantes, desconocidos por los siglos, no es hacer investigación, sino jugar al explorador. Pero nadie negará que gracias al espíritu explorador hemos descubierto conductas jamás imaginadas; nadie se atreverá a afirmar que explorar es una tarea baladí. Con todo, investigar, como hemos dicho, es confirmar. ¿Qué es confirmar? Es asegurar, es dejar a un lado toda duda, o sea, es pulimentar, a fuerza de preguntar y preguntar y de criticar nuestras preguntas y de meditar en la importancia de nuestras preguntas, nuestros métodos de estudio. Nuestros métodos de estudio están infectados de deseos locos, de esperanzas locas de puritanismo. Creemos que hay un método perfecto que nos dará información perfecta, absoluta, lista para ser usada para tomar decisiones. Somos como un paciente de Freud que de tanto limpiar sus lentes dejaba de ver el mundo. Estamos perdidos entre la masa de gente a la que queremos conocer, y sin saber dónde comenzar nuestro escrutinio nos arrojamos a la aventura y a cuestionar a cientos de miles de personas que, recuérdese, nos son expertas en los temas que queremos dilucidar. ¿De qué sirve saber qué le gusta al ama de casa que no sabe cómo es que la sociedad influye en sus gustos? Todo conocimiento tiene tres grados, a saber: el popular, el imaginativo y el científico. Hay dichos o refranes que hablan del gusto de la sociedad, y a partir de ellos podemos escrutar qué hay en la imaginación de cierto sector del público; mas dicha imaginación no es científica, y no lo es por el pícaro hecho de que la imaginación popular no es una imaginación preparada para fraguar respuestas contundentes y definitivas, ni para crear conceptos libres de contradicción, siempre oculta en el silogismo de la lógica o racionalidad al uso. El investigador, entonces, tiene que cribar, que sacar de la paja lo valioso, y para hacerlo deberá echar mano de la lingüística, por decir algo, ciencia que distingue lo que es necesario de lo que es innecesario en el habla humana, habla que anuda inocentemente los datos que recibe del mundo hasta hacer un verdadero desbarajuste. Investigar es, sobre todo, desanudar, explicar lo que hay y nunca lo que no hay, si nos permiten citar un pensamiento del agudo Wittgenstein. Imagen cortesía de Fotolia.
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