Con el surgimiento de Facebook, Twitter y demás plataformas sociales, se comenzó a difundir el concepto de “redes sociales”. Esas plataformas, si bien mantienen conectadas a las personas de un círculo social con lo que adquieren ese nombre, no fueron las primeras ni las únicas redes sociales. En realidad, cada espacio virtual o físico que permite la interacción de individuos es una red social. Cada una de esas redes tiene un objetivo y tiene sus reglas para la interacción. Una red social profesional como el trabajo o una cena con los ejecutivos de otras empresas, o una red social de aprendizaje que puede ser una escuela o una academia de baile, tiene sus funciones. A estos espacios se les conoce como ecosistemas. Cada persona cumple un rol distinto según el espacio en el que se encuentre. Así, podemos identificar las actitudes de las personas para comunicarnos por la mejor vía y encontrarlos en el lugar más adecuado para que nuestro mensaje sea parte del contexto. Este estudio, ya sea en las plataformas virtuales o en las reales, nos permite tener presencia en aquellos lugares necesarios, y podemos descartar con facilidad los lugares en los que no somos percibidos. Hay una gran cantidad de lugares que tienen potencial, pues no son vistos por las marcas al no tener “impactos masivos” como ciertas redes sociales virtuales especializadas, o por ejemplo, los lugares culturales. Estudiemos todos los ecosistemas en las personas se desenvuelven, el café, el cine, el museo, la librería, el antro, y así descubriremos muchos más datos para tener una mejor comunicación. Imagen cortesía de Fotolia.
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