Estamos acostumbrados a que en estos tiempos todo lo que el hombre realiza con cierta velocidad y con presión del tiempo, es lo más valioso. En las oficinas una señal de que el equipo está trabajando es el movimiento, un poco de ruido (moderado, de lo contrario estarían haciendo una fiesta) y con todos los ojos sobre las pantallas o sobre gráficas impresas, no más. Pero este modo de vida acelerado no es más productivo ni el mejor. La mente humana y el cuerpo necesitan también momentos de sosiego, ratos en los que la información que el cerebro recibe se debe asentar para generar nuevas ideas. Esto implica que las personas se vuelvan a distintas actividades, incluso, una pequeña siesta. Existe un paradigma sobre la siesta. ¿Qué es lo primero que te viene a la cabeza con la palabra ‘siesta’? Quizás flojera, pereza. Una pequeña siesta a medio día, ayuda al organismo y a la mente a agilizarse, pues es como la carga de la batería que necesitamos para mantener energía suficiente. Algunos otros, necesitan leer un poco o jugar o hablar o dibujar. En realidad, cada persona es distinta, y los jefes, deben confiar en su equipo para que la creatividad no quede mermada. La confianza, la libertad y un momento de quietud son los mejores ingredientes cuando de creatividad y productividad se trata. Imagen cortesía de Fotolia.
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