Para la redacción publicitaria no es suficiente ‘ponerse la camiseta’. Muchos redactores novatos se encuentran con algunos problemas cuando redactan sus primeros textos. Entre ellos, está la rapidez, la eficacia y el lenguaje que se utiliza. ¿Cómo afinar esos detalles? Sólo con el hábito de redactar para vender, o bien, de pensar cómo vender. Al principio, las palabras no vienen a la mente; cuando parecen llegar a los jóvenes redactores algunas ideas, resultan que el algún lugar no muy lejano, una marca ha ocupad esa fórmula. Entonces, un pensamiento enfocado a la vendimia es un buen ejercicio. Recomiendan los redactores pensar eslóganes para cada cosa que se ve en la calle, para vender los tamales de doña Juani o para esa plancha que compraste y que no sirvió. Pensar un spot para vender el auto antiguo que pasó a un lado de nosotros o para usar la escena del niño que llora en la fila del súper. Así, la mente comienza a adentrarse en esa frecuencia, en la frecuencia de las ventas. Con estos pensamientos constantes, las ideas se generan y se pueden reciclar para cuando hay un cliente real o cuando hay un trabajo rápido qué hacer. Las palabras, fáciles, coloquiales, sin tanto rebusque son las que mejor funcionan. El hábito quizás no haga al monje, pero al publicista, el hábito del pensamiento creativo, sí lo forma. Imagen cortesía de Fotolia.
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