Lo más importante para hacer un guión es tener una idea. Claro, suena fácil, muy fácil, pero no lo es. Lo más difícil del mundo, decía Einstein, es pensar. Cualquiera, con ideas, puede hacer un guión, pero lo difícil es tener una idea original. ¿Cómo obtener ideas? Antes de construir un personaje o una historia, pregúntate: ¿qué aventuras me gustaría vivir? ¿Por qué hacer tal pregunta? Porque la respuesta hará que la historia que cuentes sea, sobre todo para ti, interesante. Nada peor que trabajar bajo mandatos; nada peor, oigan, que ejecutar ideas que no son nuestras. ¿Te gustaría, como Verne, viajar al centro del planeta? ¿Te gustaría conquistar a la Princesa Leticia? ¿Te gustaría ser un soldado? ¿Por qué serías un gran soldado? ¿Qué historia de amor meterías en tu historia soldadesca? Una vez obtenida la idea, prosigue a plasmarla. Es claro que una gran historia no se escribe de una sentada: es menester trabajar todos los días. Lo más difícil en el mundo del arte es mantener la inspiración. Hoy quieres ser soldado, pero mañana, después de ver las noticias y sendos porrazos y varias cabezas ensangrentadas, ya no; hoy quieres hablar de amor, pero luego de enterarte de las infidelidades de tu pareja, ya no. ¿Cómo terminar, entonces, una historia? Echando mano de una estructura, o lo que es lo mismo, haciendo un plan. Todos los días escribe un poco, una escena, un episodio, lo que sea; todos los días medita el argumento; todos los días trabaja, suda. Un guión es una artesanía, y no necesita la inspiración que necesita un poema. Acabado el guión, haz preguntas como las siguientes: ¿el mensaje de la historia es claro?, ¿qué hay en la historia de irrelevante?, ¿los personajes tienen una personalidad o son meros pretextos de la historia? ¿Y después? Después tendrás que ponerle precio a tu labor, y además justificarla. Imagen cortesía de Fotolia.
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