Competencia y demanda exige una buena organización en las empresas. Cuando se planean y se organizan las actividades, el manejo del tiempo se optimiza, pero aun teniendo una excelente planeación y previsión, en ocasiones surgen imprevistos que deben ser resueltos en el momento, ¡ya! La presión del poco tiempo y de un problema a resolver con pocos recursos requiere una gran fortaleza estratégica. Para resolver esos asuntos es necesario contar con un equipo que trabaje bajo presión y sobre todo, tener una metodología de resolución de problemas previamente establecido. Una planificación flexible, que se pueda adaptar a cada situación es lo más conveniente. Por ejemplo, saber discernir entre lo urgente y las prioridades es lo más importante. Después, si hay trabajos creativos, tener siempre en cuenta el objetivo sin desviarse de él es de gran ayuda. También cronometrar las actividades, por ejemplo, un peloteo de 20 minutos ayuda a agilizar los procesos. Esa planificación preestablecida siempre nos salvará de las ocurrencias que son peligrosas. Quizás se puede encontrar una solución temporal con una iluminación momentánea o una intuición, pero en la ejecución o con los resultados finales podemos ver que fue una mala decisión. La agilidad, entonces, consiste en saber moverse a través de una guía racional para evitar conflictos en la toma de decisiones. Imagen cortesía de Fotolia.
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