Muchos artistas cargan libretas minúsculas para anotar sus ideas. Ir en un tren y contemplar los cables que conducen la energía eléctrica hacia la ciudad puede inspirarnos, como a Carpentier, una sinfonía, música. Caminar en un jardín, lanzar una piedra al aire y verle caer puede inspirarnos, como a Bertrand Russell, un sistema filosófico, el materialismo lingüístico. Una barda rota, abandonada, maltratada, puede hacernos pensar en los viejos ideales igualitaristas, en el marxismo, en la revolución, como le pasaba a Diego Rivera. Mirar el flujo de un río puede hacernos meditar en la mutabilidad del mundo, en la forma de la substancia, en el accidente, como le pasó a Heráclito.
Todo lo que vemos lo registramos en la cabeza, ora en la memoria (mochila mental), ora en el entendimiento (libreta mental), y luego, con lo registrado, la imaginación trabaja (lápiz mental), y hace una síntesis (metáforas, analogías), y con dicha síntesis forma representaciones (dibujos), que sistematizadas (dibujos puestos en paisajes) son usadas por el juicio (determinación de colores, sombras, matices), que se apoya en los esquemas que aprendemos en la cultura (calidad de los colores, digamos) que nos vio nacer y que nos humanizó.
La memoria, lo decía Borges, «está hecha de olvido», y muda lo que los ojos le regalan (hace gatos con el dato, decepción con la información, tema con el calvario, gemas con las lágrimas), y no es confiable. Por tal, anotemos en una libreta nuestras ideas, nuestros sentimientos, y como si fuesen lava dejemos que se enfríen, que tomen forma.
¿Todas las ideas son útiles? Sí. Alejandro Magno, por consejo de Aristóteles, leía de todo, y siempre cargaba su `Ilíada´, y siempre la leía. Salvador Dalí, para filtrar sus ideas, para quitar las inútiles, practicaba la crítica paranoica, la sospecha cartesiana (¿es tal idea distinta, clara?), la ironía de Nietzsche (¿qué moral ensucia mi creatividad?), el análisis marxista (¿esta es una idea mía o es de la burguesía, de la que soy parte?), el misterio de Freud (¿hablo yo o habla mi inconsciente?).
Seamos, como tales hombres, detectives que buscan ideas, pistas, huellas, señales, vestigios, cenizas dejadas por fugaces ideas de otros, pisadas de ideas repetidas. ¿Cómo registras tus ideas?
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